miércoles, 18 de julio de 2007

El adiós

Hay que hacerse cargo. Nunca voy a entender esas cosas del honor y el orgullo. ¿Por qué será, no? Hay tanta gente que es orgullosa y que ni siquiera llama a otra por orgullo. Ni siquiera levanta el teléfono el día de un cumple años por orgullo. Otros, dejan pasar cualquier situación, demasiadas muchas. Otros abusan, psicopatean, tienen rencor, paranoias... La mente humana. La configuración de las historias...
Finalmente, renunció. El energúmeno del que hablé antes. Y hoy a la mañana, cuando caminaba hacia el 92 (no es mi colectivo diario. No dormí en casa) vi un cartel en el balcón de un edificio que decía: Peirano Alquiló ¿Casualidad o tremenda analogía de la política? ¿Cómo hizo este hombre (no Peirano, el que renunció acá) para mantenerse más de un año y medio con el carácter podrido, la ciclotimia y la paranoia que le adjudico ( y muchos). Muchos decían que era "creativo, productivo, eficiente". Pero no era cierto. Y bueno, acá estamos... esperando lo inesperado. Algunos se irán, otros quedarán. Ojalá queden. Son personas lindas. Yo creo que de la mano del que renunció no podían crecer. Yo tampoco.
Las renuncias, las denuncias... Así es este ámbito. Y a veces dudo en si es para mí. Porque ahora estoy protegida. Pero, ¿ si alguna vez no lo estoy más? Me gusta el Estado. Por ahora, estoy creciendo.

2 comentarios:

Submarino dijo...

No hay nada más lindo que la subversión del sinsentido y la opaca intimidad de lo espontáneo, en medio un mundo productivo sólo de su propia destrucción. (Sobretodo cuando da este gusto)Aplausos a este blog!!

La niña santa dijo...

De cuando en cuando nos pasan estas cosas que alteran la supuesta armonía eterna del devenir de los tiempos. Y nos damos cuenta de que somos artífices absolutos de lo que ocurre, si es que podemos abonar teoría del absolutismo alguna. Entonces comprendemos que un omnipotente puede doblegarse y renunciar días después de haber negado tal posibilidad, y que en Buenos Aires puede nevar cada 80 años y que la Selección de Fútbol puede cosechar fanáticos casi con la misma facilidad con que los puede terminar perdiendo, pero sólo para reconquistarlos posteriormente. La pelota recorre la cancha de un lado a otro, y en el medio todos nosotros que no terminamos de entender que podemos patearla para cualquier lado.