lunes, 16 de julio de 2007

Apto y acto

En una final de cualquier deporte, hay que ganar. Para eso se llega a la final. Y ante cualquier final, el segundo puesto, no existe. En cualquier deporte, todos los que componen el equipo mueren por ganar. Tal vez haya alguno que no quiera estar ahí o que ni siquiera se sienta "honrado" por llevar la camiseta de una selección nacional. Puede pasar. Pero el 90% de ese equipo, quiere ganar.
Ahora, qué pasa cuando el inconciente colectivo presiona más. Qué pasa cuando la opinión pública (entendamos por ésto aquellos que, en definitiva, son los únicos que logran instalar un discurso ante un público) genera tanta expectativa que no hay lugar para otra cosa que ganar. "Ganar" ya no es un fin, ganar se transforma en un medio de supervivencia. Como la analogía que se hizo durante los encuentros de River y Boca por la Copa Libertadores en el 2004. Todas esas publicidades en donde el partido se invocaba como la batalla del siglo. En donde unos iban a caer en la deshonra y el desmerecimiento, y otros iban a ser los únicos dignos de sobrevivir. La ley del más apto (¿apto?). Hablando de aptitudes... El deporte no es sólo cuestión de aptitud, sino, también, de actitud. Es un acto, una performance, no un privilegio. No hay dioses en ésto. Si miramos el Tour de France realmente podemos llegar a pensar que esos hombres, sobre esas bicicletas, no son seres humanos... Pero lo son. Lo que hacen es el resultado de un entrenamiento constante. Tal vez años de entrenamiento sólo para acelerar al máximo los últimos diez segundos del trayecto. Y los que los miran sólo festejan si llegó o no llegó. Después de años de entrenamiento.
Lo que le pasó a la selección ante Brasil, fue un cuento más de un largo compilado de casos hazañas. Hazaña porque en este país el deporte no es para nada apoyado por las instituciones, excepto el fútbol. Y entonces todos los periodistas deportivos hablaban de la Argentina de Basile. La mejor en años. Y del mejor jugador igualito al Diego. Nadie es como el Diego. Por más de que hagan un gol idéntico o más deslumbrante que el que Maradonna ofició ante los ingleses, nadie es como el Diego. Menos un chico de 20 años. Menos una persona que no sea el Diego.
Ayer, Argentina, no jugó bien. Pero no jugó bien, especialmente, porque estuvo jugando muy bien durante todo el certamen. Porque jugó con los mismo oponentes que Brasil (excepto Uruguay) y le ganó a todos, jugando bien. Le ganó a México, con quien Brasil vio la derrota. Y todos festejamos. Pero ayer, la actitud de Brasil lo venció. Como se vencen siempre ante la posibilidad de lograr la hazaña. Como los Pumas, como los chicos del básquet, como los chicos del vóley. No como las leonas, ni Meolans que, casi siempre, ganan. Y no hacen de eso un medio. Es puro fin. La victoria, para el jóckey y para el nadador es puro fin. Juegan para eso, no por ello. Y así encuentran el incentivo. No importa quién esté adelante. Porque el ganar no está marcando el camino, sino, que está allá, detrás de Brasil, detrás de lo amarillo.
Pero hay que remarcar, que el partido de ayer evidenció claramente ésto: porque jugaron bien todo el campeonato, pero las falencias estuvieron, y allí, donde estuvieron las falencias, estuvo Brasil. Fue un planteo práctico y seguro. Ataque argentino frustrado, contrataque brasilero acertado. Y un gol en contra. De un jugador con experiencia. Uno de los más experimentados de la selección. Que gana millones en Europa y aún así, mete un gol en contra ¡En contra! ¿En contra de quién?
De nuevo la casi hazaña y los chicos de Pekerman en la semifinal... Como siempre, ante la caída de los más grandes vamos con los más chicos. Y tengamos cuidado con los gerontes de nuestro fútbol. No cuidan a sus miembros, tiene como único fin la acumulación de su propia codicia.

1 comentario:

La niña santa dijo...

En los primeros tres renglones dije "acá está Bilardo hablando". Ya en el desarrollo caí que era Mer y respiré aliviada. Y saben cómo me di cuenta? No sólo porque sé que es ella desde el principio (jajaja) sino por su forma de comentar el deporte y perdonarlo todo. Yo los quiero a los jugadores, lo banco a muerte a Ayala y soy fan de Román de la primera hora, pero quería ganar. Qué sé yo, tan cerca... tan lejos... y siempre tan verde y amarelho.