viernes, 20 de julio de 2007

Cuando se muere una persona que enriqueció mi vida aunque sea con un mínimo aporte (o demasiado enorme para mí) como puede ser una canción memorable, una medalla de oro en los juegos olímpicos, un libro, o un gran legado en la historia de la cultura popular de la Argentina digo: "Siempre se mueren los que no se tienen que morir". De una, esta frase, puede sonar bastante nazi. Pero no es para nada. Hagamos un análisis como hace Frömm del Marxismo mal interpretado.
Con esta frase, no quiero decir que "hay que castigar a los que se lo merecen" con la muerte. Simplemente, quiero decir, que dejan de estar los que no quiero que dejen de estar. Sumémosle que a muchos les caen encima horrendas enfermedades que sí me gustaría que les cayeran a tremendos asesinos. Pero la muerte... no. No le deseo la muerte a nadie. Prefiero que los que "merecen", por ejemplo, un castigo se den cuenta de que lo merecen (aunque es un concepto en el que no creo justamente porque mucha gente que no merece las cosas termina sufriéndolas). Que sean concientes (con esto quiero decir que su cuerpo/mente lo vivencien) de su castigo. La muerte no es castigo para el que muere. Tal vez sí para sus seres queridos que lo rodean. Pero el que muere, meure. Es algo inevitable e inherente a vivir. Entonces reitero: "Se mueren los que no tienen que morir"¿Entonces hay algunos que tienen que morir? Todos tenemos que morir, así que es como una semi contradicción mi frase, que sólo se aplica entendiendo esta explicación que aquí he expuesto.
¿Empiezo a nombrar? No sé si tienen sentido. Prefiero que cada cual ponga los nombres que creen pertinentes (¡comenten por favor!). Pero hay uno que sí quiero nombrar: Roberto Fontanarrosa. Ayer murió, para mí, el último prócer de la cultura popular argentina. Aquél a quien (no entiendo porqué) casi no han incluido en las currículas académicas de la literatura nacional. El Negro hacía humor. Y el humor no es más que una expresión constante y representativa de las idiosincracias. También puede ser un mecanismo psicológico para canalizar represiones, censuras y evitar obviedades. En definitiva, es parte de las costumbres y del ser. Por eso es componente de la cultura.
Allí estaba Fontanarrosa, y sólo voy a reproducir unas pequeñas frases de él sobre fútbol con las cuales, leyendo en el colectivo el Homenaje de Página/12 (recomiendo), comencé a sonreír entre ojos vidriosos. Como ya es sabido, el escritor era fanático-amante-obsesionado con el fútbol, con Rosario Central: "Yo duermo hasta el mediodía normalmente. Dos veces me despertó mi mujer antes de las 11. Una, cuando habíamos invadido las Malvinas. Y la otra, para contarme que Maradona, había firmado con Newel's. No sé que es peor". O cuando hicieron una mesa de literatura y fútbol en la Feria del Libro de 1995: "Fútbol y Literatura. Ajá ¿Y quién va a hablar de la literatura".
Espero que todos sintamos la pérdida que es para todos nosotros esta persona, porque sé que era una persona valiosa, no sólo el escritor. Portador de un gran grado de humanidad y muy querido por sus amigos. Muy. Más allá de su aporte y bla y bla y bla además, al Negro, lo querían.

2 comentarios:

La niña santa dijo...

"Negociemos, don Inodoro".

Me encantaron tus palabras.

Submarino dijo...

Como siempre, como con castello, como con phil collins, la vida no deja de dejarnos "mal, pero acostumbrados"