miércoles, 28 de octubre de 2009

Movimientos de Octubre


Tal vez fue el destino, las fluctuaciones del universo, un hechizo de alguna bruja, una asquerosa pero bienvenida casualidad (imposible). La cosa es que en octubre de este año, vi a una de mis bandas preferidas en el mundo, Depeche Mode, se confirmó la visita de Coldplay, se casaron dos amigos míos que son un factor muy importante en mi grupo, tuve la oportunidad de reencontrarme con personas muy especiales, se votó la ley de medios audiovisuales y de su mano, llegó el fin de mi carrera.
La carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA ha dejado en mí varias cuestiones: no sólo la experiencia de una carrera en una universidad pública que ya no es poco. Recuerdo que en la secundaria me decían que siempre estaba en contra de la corriente, me lo marcaban como que yo simplemente no quería ir con la masa y me oponía porque sí. Por el simple hecho de ser distinta. Gracias a mi carrera y años de psicoanálisis me di cuenta de que está en mi ideología todo eso. Mi ideología en muchos aspectos no es la de “todo el mundo” porque me crié en una familia que me permitió por su bagaje cultural-popular-intelectual cuestionar algunas cuestiones dadas por hechas y a los que “todo el mundo” (digamos víctimas del discurso hegemónico) acata por lo general. Por eso tal vez cuando ingresé al CBC no me costó tanto la lectura de Karl Marx o Max Weber. No por ser más inteligente que otros, sino que en mis valores (inculcados en mí por mi historia e impregnados inconcientemente) estaba ya de antes el cuestionar las frases hechas, las formas del decir, el entender que todo tiene un sentido enmarcado en un sistema lingüístico, por ende material, por ende de producción ya sea económica o simbólica.
No voy a mentir. Como casi todos los estudiantes de este mezcla de disciplinas (por eso se llama ciencias de la comunicación y no comunicación social, porque abarca la problemática desde una persperctiva trandisciplinaria para comprender los sentidos de las significaciones) entré pensando que iba a ser algo así como una periodista. Sabía que no era como TEA pero apuntaba a eso con algo más. Ya con el primer cuatrimestre de la genial materia de Alicia Entel, Comunicación I, me di cuenta de que la Escuela de Frankfurt me iba a aportar lo necesario para tener una visión crítica tan fuerte que el periodismo tal vez nunca podría contemplar. Así se sumaron materias como Corrientes de Pensamiento Contemporáneo del genial Nicolás Casullo, Historia de los Medios de Rivera y taller III, en donde se conjugaban periodismo escrito con radial. Fue un profesor tucumano, periodista, Felipe Yapur el que me hizo ver que la política y el periodismo tienen mucho que ver pero no por el mero hecho de que la política es una noticia. Él fue quien me hizo interesarme en la política como una herramienta estratégica y un campo de lucha por el sentido. Luego comunicación II de mi amada “Tía” Stella Martini me traería en profundidad el pensamiento de mi ídolo Antonio Gramsci y bueno, la política entró a mi mundo cultural sin pedir mucho permiso.
Políticas y Planificación de Guillermo Mastrini fue la materia con la que pude verificar para qué sirven los medios y como no son utilizados en este sistema injusto y no democrático en el que vivimos y cuánto se puede hacer por ello. Los tres seminarios (cultura popular, informática y sociedad, en realidad algo así como filosofía de la técnica y biopolítica, y diseño gráfico,traducido en fenomenología) me sacaron todas las dudas. Esta carrera era para mí. Me abría a un mundo de filosofía apuntando a lo social que jamás creí que iba a descubrir. Gracias a la biopolítica de Michel Foucualt y a la antropología filosófica social de David LeBreton pude pensar lo que hoy es tema de mi tesina. Pablo Alabarces con sus estudios sobre las culturas populares me ayudó a desenmascarar el caretaje con el que los medios y muchas clases sociales y políticas se comienzan a instalar como representantes plenos de una sociedad.
Comunicación III de Sergio Caletti imprimió los últimos conocimientos más críticos que pude haber encontrado en esta carrera: que en esta sociedad el “yo pienso” no existe. Somos pensados constantementes por discursos hegemónicos que se meten en lo más inconciente de nuestros seres y que son casi imposibles de detectar si no nos oponemos a la idea de que nuestra ideología es buena y la forjamos nosotros mismos. Por algo tuvo que recurrir a Sigmund reud y Jaques Lacan para introducirnos en esta temática y muchos estudios del sistema simbólico desde el psicoanálisis. La ideología nos convoca desde un lugar, el dominante. Costantemente y no podemos salir de ello fácilmente,menos si se está en un sistema opresor de los significados y, sobre todo, de los significantes. Donde controlar las palabras es controlar el poder y el poder se va negociando, trnaformándose constantemente, consensuándose como dice Gramsci.
Por último María Alicia Gutirérrez me dio conocimientos sobre estudios de subalternidad y feminismo que decididamente me alejaron del pensamiento hegemónico sobre la sexualidad, la conformación de la familia y las clasificaciones de género.
Con todo ese bagaje termino la carrera. Más allá de la pregunta obvia de todos de “para qué te sirve esa carrera”, aprendí mucho de mi ser cursándola. Amo lo que aprendí con todas las críticas que se le pueda hacer al plan de estudios. Todos esos conocimientos teóricos me hicieron conocer más la verdadera persona que hay en mí y cómo llegué a tener estos valores y condiciones ante las situaciones.
Entre las personas especiales tengo a mis amadas amigas Eiffy, Ana Scannapieco y Vicky y mi amigo Luis. Entre los eternos quedó mi amigo Sendra, en los pasillos de Comu de acá a la victoria. Profesores, muchos, en el podio supongo que Marianito de Semiótica, Gustavo Varela de Diseño e Informática, Marita Soto y se me complica. Agradezco la posibilidad que me dio de acercarme a genios como Caletti, Casullo, Uranga, Entel, Savransky, Alabarces a pesar de su soberbia, Fernández, Mastrini, Aliverti y la lista sigue.
Así me despido de esta cursada. Ahora vendrá mi tesis. Va a ser mía pero por todo lo que aprendí en esa maravillosa Universidad que es la UBA, una experiencia única y como dice Sergio Caletti: “El milagro de la UBA”. Aunque no tan milagro porque se sigue mateniendo como la Universidad más prestigiosa del país por sus profesores, sus alumnos/militantes (lamentablemente hay una barra de oposición en eso) y las ansias por aprender más como se debe, gratuita y libremente.

viernes, 16 de octubre de 2009

Alegría

Años de espera. Avances mínimos. Retrocesos más grandes.
La discusión en torno a la ley de medios audiovisuales que finalmente ha sido sancionada, tiene que ser un gran aprendizaje para todos de todo lo que abarca la cuestión de la comunicación. Ya sea de forma masiva o no masiva comunicar no es sólo informar, sino generar espacios de flujo de ideologías. No sólo de opinión, porque la opinión se la lleva el viento. La ideología queda, y ese era el miedo de los que se oponían a este proyecto. Que la ideología popular, nacional, pensante, la que cuestiona y no se arrodilla ante los hechos sin resignificarlos, pudiese tener un espacio en donde circular y regenerarse.
Los medios masivos en muchos países, no son todos los medios que están en la tele o en la radio, o en la prensa gráfica, los medios masivos son los que deciden qué aprte de la opinión pública (esa horrible categoría homogeneizadora de la opinión) debe ser representada como la correcta ideología.
Todo el proceso que terminó con la sanción de esta nueva ley que pone fin a la reglamentación de radiodifusión heredada de la dictadura, no hace más que desnudar una vez más las mezquindades, chicanas y maniqueismos de la oposición, las grandes (y no tan grandes) empresas periodísticas y todo un séquito de empleados del establishment, a quienes no hace falta nombrar.
Hace dos años que el COMFER dirigido por el hombre del momento, Gabriel Mariotto, había abierto foros de discusión libres sobre esta normativa. Es sabido que los congolomerados mediáticos se negaron a asistir mientras que distintas organizaciones no gubernamentales, sociales, universidades y/o particulares sí lo hicieron. Muchos lo hicieron. La ley de Medios Audiovisuales, es el producto de años de elaboración de muchos sectores y no de este Gobierno, que como todos los gobiernos terminará en algún momento. Uno de los asuntos pendientes más claros de esta suerte de democracia en la que vivimos, es sin duda, instalar en el imaginario social colectivo la noción de políticas de Estado. Claro que esa forma de concebir las intervenciones del Estado, no es azarosa, ni mucho menos no intencionada. Es el producto de las condiciones neoliberals que reinaron el sistema político, económico y social de este y otros países durante décadas. Es pertinente que se deje de concebir todo acto de los gobiernos como una mera actividad partidaria quasi mafiosa. Pero no todo elmundo tiene el lugar y las herramientas para poder salir de esa idea tan instalada, asentada especialmente desde el menemismo. Por eso, los medios pueden ser un excelente campo en donde abrir la vista y empezar a cambiar varias de las concepciones e ideas fuerza arraigadas en la mentalidad de los argentinos.
En este contexto, los medios monopólicos, hegemónicos y a fines al establishment se colocan estratégicamnente en un rol reducido en relación al que realmente ejercen: se dicen “meros trasmisores de mensajes”, subestimando así a los lectores, espectadores, que son interlocutores y no simples destinatarios que reciben el mensaje con una única opición de decodificación. Otra estrategia es comparar los movimientos progresistas que se están dando en América Latina, en mayor o menor medida, con Stalin, Mao, Castro, en tono de amenaza comunista. Cuando los que le tienen miedo al comunismo no somos todos, y cuando sabemos que un país como la Argentina, o el 90% de los países ya no pueden tener mucho que ver con aquel sistema.
Tan típico de las derecha es mirar los procesos sólo por sus consecuencias, quedarse en críticas banales sin fundamento sólo por el hecho de no dar cuenta de las condiciones de producción de su discurso. Y ese discurso empieza a fluir por el entramado social con más y más ligereza ya que las voces minoritarias no pueden transformarse en opinión pública, porque no tienen dónde, porque no saben cómo pelear contra la anulación, la marginación, la exclusión de un sistema que aunque pueda tener sus facetas no tan crueles como un Estado benefactor que integra a todas las clases, se encarga de que siempre haya excluidos y marginados. En todos los aspectos, en todos los cuerpos.
Por eso esta ley es tan importante. Pero es sólo un puntapié. No está solucionada la falta de participación e igenerencia que tien la comunidad en los temas de gobierno o en la agenda pública.
El link de una nota Editorial de La Nación que aquí les adjunto (click) expresa exactamente el sentido común mediocre que ha generado el sistema capitalista en donde se habla de “Intervencionismo en exceso del Estado. Violación de recaudos elementales para las garantías de la libertad de expresión. Ruptura de la seguridad jurídica. Desconocimiento del derecho de propiedad. Presiones indebidas sobre legisladores. Promesas de nuevos espacios políticos para aquellos que concluyen su mandato. Voluntad de manejar arbitrariamente los medios masivos de comunicación y sus contenidos” . Alo que muchos responden: tiene razón, eso mismo pienso yo. No señores. Eso mismo quiso ese discurso que todos pensemos,así poder seguir excluyendo a los que realmente pensaron en un sistema que haga que la voz y los pensamientos de todos, valgan por igual.

Para ver informe de TVR hacer click aquí
PD: Es imperdible la nota de La Nación. Les pego el comentario que dejé en su página. A ver cuánto dura. Le digo al editor que la ley de medios no dice en ninguno de sus artículos que los medios deben ser de control gubernamental. Esta ley nunca fue pensada para que “detrás del material que se pone en pantalla asoma el propósito de divulgar concepciones ideológicas o políticas que se corresponden con el interés específico del gobierno de turno o de sus actores.” No pueden ser tan mediocremente patéticos.Y en cuanto al alboroto por el retraso del partido de Argentina en el canal 7, quiero recordarle que hace más de tres años es casi imposible ver programas de televisión en hora ya que los canales privados no hacen más que superoponer y posponer programas debajo de las leyes del rating. Recuerde señor editor, que TVR debería empezar a las 23 y cada vez, comienzo más tarde…