Va a haber dos partes en este post. Una más objetiva, si quieren. Otra va a tratar de practicar una especie de terapia en mi cabecita.
Ayer, el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, se opuso a una medida del Gobierno, en el acto democrático de la votación en el Senado sobre el proyecto de las retenciones del poder ejecutivo. Desglosemos ésto: El vicepresidente es radical. Es cierto, forma parte de un Gobierno. Pero si no era puro chamuyo, el gobierno llamaba a la concertación y a la pluralidad cuando incluía a Cobos en la fórmula presidencial junto a Cristina Fernández de Kirchner. Entonces, de alguna manera, cuando sale una voz distinta a la de la mayoría de los integrantes del gobierno, no habría que tomar revancha. Sí sorprenderse porque no estamos acostumbrados a eso. Pero no se trata de un traidor ni mucho menos. Si no de un hombre coherente a su formación política que es justamente la que siempre se opuso a la peronista de manera legítima y partidaria.
Otro punto a pensar es la alimentación a la democracia que significa este acto. Todo este conflicto (como muchos senadores oficialistas dijeron en el recinto durante la extensísisima jornada de ayer) no es algo a lo que debamos temerle, sino de lo que debemos aprender. Si seguimos las teorías políticas se supone que el voto representativo de ayer habla por el pueblo. En lugar del pueblo. No es el pueblo. Pero cuando defendemos la democracia a la que acatamos todos cada vez que vamos a las urnas, estamos, también, teniendo en cuenta aquella condición sine qua non de las democracias republicanas. En principio, la decisión de ayer fue la mejor decisión para el pueblo. Como lo hubiese sido su contrario. Es increíble como cambian los hechos desde las distintas perspectivas, no? Lo que es bueno para uno, es terrible para otro. Eso pasa especialmente en las sociedades que se rigen por la ley del más fuerte.
El tercer punto a destacar es la sensación de exitismo que deja este hecho. Los adherentes a la postura de las cuatro agrupaciones que representaban a cierto sector del campo (llamemos a las cosas por su nombre) festejaban como si fuese la final del mundo. Como si el “No” de Cobos hubiese sido el penal que atajó Goycochea en Mundial ’90 dejando afuera a los italianos en su propio país. Los adherentes a la postura oficialista, por su parte, reaccionaron violentamente ante el Congreso. Nada grave, de todas maneras, pero es un reflejo de como se vive la política en este país. Como una pasión más.
Ahora, permítanme hacer un análisis más profundo, no subjetivo, porque no voy a hablar desde lo que a mí me gustaría, sino de lo que como estudiosa de la comunicación y de los hechos sociales contemplo.
Julio Cobos no es un traidor. El proyecto de retenciones tendría que haber sido llevado a la mesa parlamentaria muchísimo tiempo antes. A su debido momento déjenme decir. Hubo un enorme acto de soberbia en eso. No me gusta usar esa palabra porque la usan los gorilas, pero es verdad. De todas maneras, deseo con todo mi alma, que el acto de Cobos haya sido una acción en pos de la democracia y no en pos de acumular capital político. Porque cuando veo a los ruralistas gritando: “Cobos, Cobos” cuando vapulearon a este Gobierno durante 4 meses, no sé qué pensar. No porque esté arreglado con ellos, sino, peor aún, porque compartan convicciones. Y los sectores agrarios también han compartido convicciones con las clases medias gorilas, las clases altas oligarcas y los genocidas de este país. Tampoco creo que sea cuestión de tildarlos de golpistas. No, no es mi parecer. Sin embargo, no neguemos la historia. Un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia. Y un pueblo sin historia nunca puede crecer.
En cuanto a la segunda observación que hice fue en relación a la defensa de la democracia en el Congreso. Lo que vivimos los últimos 4 meses nos hizo recordar lo que habíamos olvidado en los últimos 35 años: que existe un Congreso, que está justamente, para debatir, consensuar, renovar, perfeccionar las políticas públicas con las que el Estado quiere encauzar a la sociedad. Defiendo a la Presidenta porque dijo lo que hizo: “A la democracia se la defiende con más democracia”. Y sé que este Gobierno va a respaldar la decisión legislativa de revocar ese proyecto. Pero espero que sigan proponiendo más proyectos para el pueblo. Tengo que decir que la mujer del Ex Presidente, Eduardo Duhalde, Chiche Duhalde, dijo algo que sacado de contexto me gustó (no en el contexto que ella lo dijo): “El Gobierno debe respaldarse en actos administrativos”. A este Gobierno le faltan muchos actos administrativos. Hay tantas cosas para hacer. Pero no es fácil. Lo que le toca a hacer a este Gobierno, no se hizo en años. Me animo a decir desde la Conformación del estado nacional allá por 1880. Porque puso en agenda cosas que estaban relegadas, es más, enterradas por otros Gobiernos tanto de facto como democráticos.
En cuanto al último punto que destaqué, quiero dejar en claro que yo repudio a quienes apoyaron toda política neoliberal, dictatorial y no se redimieron ante el pueblo. Porque la política juega mucho con el armado de tácticas y estrategias y tal vez muchos personajes que uno defiende ahora, en su momento tuvieron que jugar dentro de un terreno escabroso, pero si luego supieron revindicarse –revindicarse de verdad- demuestran como el pueblo aprende (porque los representantes también son pueblo). Y en esto tengo que corregir a Néstor Kirchner en su frase del último acto oficial: “El pueblo nunca se equivoca”. Néstor, el pueblo se equivoca mucho. La hegemonía se construye a partir del consenso y si no hubo hechos contrahegemónicos que evitaran la instauración de las distintas dictaduras, de las políticas neoliberales y de los imaginarios gorilísticos es porque el pueblo se equivocó. Lo que no quiere decir que no aprenda como lo hizo en 2001. Sin embargo vuelve a equivocarse, porque siguen creyendo que los piqueteros son negros de mierda, que los piquetes del campo son hechos por gente de bien, que Mauricio Macri va a mejorar la gestión gubernamental y la política porque maneja la sociedad como si fuera una Sociedad Anónima, que la inseguridad es salir a la calle con miedo y tantas otras cosas que hablan de la mala educación. Esa educación que nos dejó nuestra historia de desigualdad. Como dijo ayer ese gran Ministro de educación que tuvimos y que hoy es senador, Daniel Filmus: “Latino América no es el continente más pobre. Es el continente con mayores tazas de desigualdad”. Lo importante es dejar de concentrar la riqueza y estoy segura de que aprobar una ley como la de las retenciones (no sé si ese mismo proyecto pero sí de ese calibre) son la vía correcta.