lunes, 20 de agosto de 2007

T se confesaba: "Pasan los meses y las cosas pasan. Pero yo tengo un dolor acá adentro". A T no le mataron ningun pariente, a T no le secuestraron un hijo, no le incendiaron la casa y perdió todo lo que constró, no le hicieron una operación mediática por la que vio irse por la borda su carrera profesional. A T la dejó su novio.
Esa sensación de ya no tener mas sentido. De ya no ser porque no hay alguien que nos acompañe, esa sensación de no tener nada que a su vez la relacionamos directamente con el ya no ser nada y hasta querer matarnos, o internarnos, o tomarnos 780 pastillas de Alplax y quedar sedadas, hasta el final del duelo. Porque esa es exactamente la sensación. De que algo (alguien? quien?) muere.
Pero lo más importante y destacable del caso T es que su pareja no fue una sinfonía de Mozart en clave de fa interpretada por Maria Calas; o una obra que, en su versión cinematográfica, es interpretada por Matt Damon y Reese Whitherspoon. No. La pareja de T y L fue un constante aprendizaje de cuáles son las cosas que no le hacen bien a la otra persona cuando se esta, valga la redundancia, en pareja. No se el caso de L, no lo conozco y no me cuenta su lado de la versión, pero sí la escucho a T, con todos los temas psicoanalíticos o como quieran catalogarlos, que pueden haber configurado su comportamiento dentro de esa relación. T fue constantemente desvalorizada y despreciada, rechazada y menospreciada. No estoy echándole la culpa a L. Nada de esto lo hizo con un fin concreto y planificado. También él debe tener sus cuestiones por las que "estar con T", para él, significaba "ser" de esa manera. Y ahí me entra la duda: qué somos cuando estamos en pareja ¿Somos nosotros?, ¿somos caretas intentando hacer sentir eternamente cómodos a los pares, siempre enamorados, siempre queriendo más hasta que un buen día nos despertamos y le decimos "andá a sacar la basura"? Y luego hay lugar para las psicopateadas y los sadismos y esas cosas... Y sí. Eso es normal digamos, pero en el caso de T y L... no era así. Nunca hubo momento de careteada. Ella se mantenía a su lado para ver si, día a día, podía inventar algo que los uniera más. Justamente "inventar". Él, día a día, quería separarse más. Romper el vínculo. Cosa que es totalmente aceptable y atesorable como el hecho de que ella no quisiera que así fuera. Pero L no se lo dijo. Y más allá de la premisa infaltable para crecer en esta vida de que una tiene que "leer las señales" no es exactamente el punto fuerte de una mujer enamorada (o también de un hombe). Y si el (o la) que esta a nuestro lado, por lo menos, nos respeta porque tiene un mínimo límite de diferenciación entre el amor, el respeto y el rechazo y el abuso, nos intenta abrir los ojos. Pero no se dio así. Y T tuvo que aguantar porque habia mejoras y ella sentía que tocaba el cielo con las manos cada vez.
Entonces, le dije: "Ese dolor que sentís no es porque queres volver con L, porque por lo que contás, ahora ves muy bien lo que no querés para vos, y lo que no querés es ese tipo de relación. Pero lo bueno de ese dolor, paradójicamente, son las marcas que va a dejar, y que van a ser marcas, no carne. Porque sólo nuestro cuerpo recuerda los aprendizajes."

1 comentario:

La niña santa dijo...

Mi mamá hace poco me dio una definición de la pareja que me dejó pensando y que me hizo dar cuenta de lo bien puestas que están algunas palabras en relación a su significado. Ella dijo: "una pareja tiene que ser eso, tiene que ser pareja"
Say no more.