Durante el 4; 5; 7 y 8 de diciembre, el estadio River Plate albergó durante un total de 9 horas a un aproximado de 260.000 personas que asistieron a uno de los mejores espectáculos internacionales que visitó nuestros país: El Sticky & Sweet Tour de Madonna. No hace falta más presentación. Es cierto que teniendo en cuenta el despliegue escénico, de elenco y de vestuario, este es el mejor y más completo show que hemos visto en suelo argentino. Sin embargo, hay cuestiones que conceptualmente no pueden terminar de definir este show como el mejor de todos los que Madonna haya realizado. Se recurre a muchos trucos para que no se evidencien algunas fallas de interpretación vocal de la cantante y no cuenta con una gran grado de espontaneidad y conexión con su público. Pero, fuera de eso, sí, el Sticky & Sweet nos trajo todo lo que ya sabíamos que íbamos a ver. Es ridículo querer marcar la utlización de pistas en algunas ocasiones como una falta de "honestidad artística". Ese fundamentalismo musical en este caso es simplemente un recurso para encontrarle alguna "macana" a Madonna. Nadie esperaba a Annie Lennox cantando, ni a la humildad y espontaneidad de una artista despreocupada por mostrarle a su público el resultado de su enorme trayectoria incomparable y talento único para armar giras mundiales en concepto de espectáculo de entretenimiento como lo hace, desde hace ya más de 20 años, Madonna Louis Veronica Ciccone. Si tenemos que hacer un recorrido por los tours de la americana, sin dudas, este no es el mejor, el más personal, o el más entregado a su público. Es justamente por eso, que podemos elegirlo como el que más nos guste o no, pero no queda descartado. Su primera gira Mundial (dejando de lado The Virgin Tour que sólo recorrió Estados Unidos y Canadá) Who's That Girl Tour la mostraba en su etapa más austera: escenarios más sencillos, menos puestas en escena, pocos bailarines y menos parafernaria. Ella, hermosa, cantando sin agitarse, bailando como la buena bailarina que es (nunca fue excelente, por eso dejó sus estudios de baile). Después de esa gira del año 1987 llegaría la gira mundial, que según varios críticos, ha cambiado el concepto de show de Estadio más allá de lo que Pink Floyd o Genesis pudo haber brindado a nivel visual y musical: El Blond Ambition Tour. Esta gira, en un principio iba a llevar el nombre de su último disco hasta aquel momento: “Like a prayer”. El tour se pospuso por su participación en la película Dick Tracy y la grabación del soundtrack respectivo. Cuando Madonna se propuso armar aquella gira la pensó en cuatro distintas temáticas, composición que repetirá en sus 5 giras mundiales posteriores. Puede verse en Wikipedia un muy buen desarrollo de los contenidos y producciones de los tours de Madonna, vale la pena para entender la manera en la que concibe sus shows. Ateniéndonos nuevamente al espectáculo que visitó nuestro país, repetimos, no es el mejor show de Madonna. Pero sí es arrollador. Sí mantiene vivo el espíritu de entretenimiento que uno busca en Madonna y sí tiene una calidad suprema y casi insuperable, posible sólo por ella misma.
El concierto se separa en cuatro temáticas: una al estilo “ capo de una mafia” con mucho glamour en las que interpreta "Candy Shop”, "Beat goes on", “Human Nature” y el clásico “Vogue”. En "Human Nature" puede verse un video de Britney Spears encerrada en un ascensor estancado, aburrida y un poco desesperada como una metáfora de su carrera. En "Beat Goes On", Madonna hace un trío (virtual, aparecen en las pantallas) con Pharrel Williams, quien produjo el 40% de los temas de su nuevo disco y el compositor de ese tema junto a ella, el genial, Kanye West. Todo ese despliegue de imágenes es acompañado por la aparición de un Rolls Roys en escena y Madonna cantando en vivo mientras hace 5 sentadillas seguidas a lo ruso en el piso. Después de una versión en video de su tema apocalíptico y psicoanalítico “Die Another Day”, comienza la segunda etapa del show: Old School, de la vieja escuela. En donde Madonna hasta salta la soga cantando y bailando al ritmo del pegadizo “Into The Groove” (donde por momentos se apoya en la pista pero no todo el tiempo) y la versión rockera de “Borderline” en la que Madonna nos hace creer que “toca” la guitarra. Y como es justamente lo que ella es, una performer, no importa si tiene la técnica apropiada. Hace que rockea y le queda bien. Claro que desafinó mucho en esa versión y sus coristas la ayudaron mucho en varias notas que tal vez ahora le cuesta más alcanzar que a los 24. Pero, seamos realistas: como dije al principio, Madonna no es una cantante, es una performer, es mucho más que una voz y su aptitud de intérprete no puede ser cuestionada. En ese bloque también estaba incluida la canción que tal vez más se acerca al estilo Madonnístico en su último disco: la hermosa “Heartbeat”. Una declaración de principios para todos los que se conectan con el baile como lo hace ella, al mejor estilo Billy Elliot.
Luego fue la hora del estallido con “Music”. Hubo varios esa noche, pero “Music” fue el que primero hizo asomar un poco de desquicio entre los allí presentes. El siguiente bloque se envestía con la temática Gitana, pero el interludio que lo encabezó fue un hermosísimo video clip en vivo seudo oriental que mezclaba “Rain” con “Here Comes The Rain Again” de Eurythmics mientras dos bailarines hacían una coreografía de origen oriental. Al terminar el ruido de la lluvia persistía por lo que, para los que conocemos el útlimo disco, supusimos que le tocaba a uno de los mejores temas que allí se pueden encontrar junto con “Heartbeat”; “Devil Wouldn't Recognize You” compuesta junto a Justin Timberlake. En este tema Madonna asciende al escenario desde abajo sobre un piano y es rodeada por una pantalla redonda con imágenes de lluvia que se va elevando con el desarrollo del tema, hasta que el piano queda al descubierto hacia el final de la canción. La mísitica del show fue otra.
Todo show de Madonna tiene en algún tramo de su recorrido hacia el fin de entretener, algún pasaje totalmente artístico: en el Blonde Ambition es cuando canta "Oh! Father", en el Girlie Show cuando interpreta "Rain" conjugándola con "Just My Imagination" de los Temptations sucedido por una coreografía al estilo baile clásico con la música de "Singing In The Rain" sampleando a "Rain"; en el Drowned World Tour, hay muchos de estos momentos como todo el bloque en el que relata la historia de una geisha con referencias a "El Tigre y el Dragón" y emocionante versión de "Frozen" en donde Madonna luce bastante su voz; cuando canta "What It Feels Like For A Girl" en vivo en castellano, o cuando canta "La Isla Bonita" acompañada sólo por un cajón al estilo peruano, su guitarra y los bailarines (sin dudas el tour, tal vez junto al Confessions, donde Madonna más se concentró en desarrollar los bloques lo más artísticamente posible, cantando sin utilizar pistas en casi ningún tema excepto uno, y a medias). El bloque Gitano propiamentedicho comenzó con Spanich Lesson, un tema más. Lo siguió la balada “Miles Away” (también con autoría conjunta con Timberlake). Este fue otro de los momentos de estallido: todo el público aplaudiendo al ritmo de las guitarras españolas. Hermosa versión del tema que podría ser el preludio de la separación de la cantante con su ex marido Guy Ritchie: You always love me more, miles away/ I hear it in your voice when you're miles away / You're not afraid to tell me, miles away / I guess we're at our best when we're miles away.
"La Isla Bonita" fue el momento más festivo de la noche. Junto a un grupo de gitanos rumanos (¡¡¡de Rumania!!!) hizo la versión más tradicional de este tema que fue incluido en casi todos sus tours. Fue un momento de delirio para todos los que estaban allí, arriba y abajo del escenario. Lo que vino fue ni más ni menos que un homenaje a su participación en la película Evita. Y yo me animaría a decir que fue un homenaje a Eva ¡Madonna es peronista! Se los aseguro. No sólo cantó "You Must Love Me", tema compuesto por Andrew Lloyd Weber especialmente para que lo cantara ella como Soundtrack de la peli, sino que luego, nos regaló a nosotros una versión de "Don't Cry For Me Argentina", donde todo el escenario se vistió de banderas argentinas y las pantallas de fans que la venraban como si fuera Evita. Ella agradeció extendiendo sus brazos y mandando besos igual que la Primera Dama. El último tramo mechó los temas más poderosos: 4 Minutes, Like A Prayer, Ray Of Light, Hung Up en versión rockera, y el agresivo Give It To Me, excelente tema para terminar. En 4 Minutes, literalmente, apareció Justin Timberlake SOBRE el escenario. Claro que en su versión de pantallas transportables. Pero sin dudas, el momento más emotivo fue cuando el estadio se transformó en una enorme Iglesia al Estilo Gospel aplaudiendo y cantando Like A Prayer. Emocionante, mucha piel de gallina. Ray Of Light también desató mucho ya que su estribillo tiene mucho de “cancha” ("
ena fiol"). Un show con todo. Lejos del misticismo y emotividad del Blonde Ambition, de la treatralización del Girlie Show, del clima Punk/Rave de Drowned World Tour y del glamour del Confessions. Ya he comentado mi opinión sobre el Girlie Show en este blog cuando me enteré de que volvía a presentarse en Buenos Aires. Esa gira fue un antes y después de mi vida, y esa vez no pude verla. Pero Madonna se supera siempre. Sea mejor o peor un disco que otro, sus shows siempre van un paso más adelante, más allá del gusto o preferencia que pueda tener cada uno. Para mi criterio, este no es el más lindo, ni el más personal, o, simplemente, no es el que más me gustó. Pero es en el que tuve la oportunidad de estar y comprobar lo que Madonna logra con sus shows. Una máquina de entretenimiento al máximo que nunca puede decepcionar a nadie. Que no nos haga esperar más.
Nota: por complicaciones técnicas, no se han podido subir todos los clips pertenecientes al DocuMERtal. Estarán siendo subidos lo antes posible. Se priorizó la importancia de la cercanía de la crítica al momento en que se realizó el show.