Cuando hablo con nostalgia de cuestiones tecnológicas del pasado, la gran mayoría me tilda de retrógrada y negadora. "Hay que tener facebook porque es la comunicación de hoy". "La cámara digital es la cámara de hoy.". "Los celulares hacen todo y te conectan con todo". Todas esas frases son mediaciones de una realidad que nos rodea porque muchos la aceptaron. Sin juzgarlos, pero simplemente no creo que sea la realidad unívoca a la que todos tengamos que acatar.
Entonces, Foo Fighters ¿Qué tiene que ver esta banda en todo esto? Todo. De la misma forma en que la tecnología del microchip llegó a colarse en la cotidianidad de nuestras charlas cara a cara y cada vez que nos encontramos con alguien con Smart Phones o Blackberry es muy raro que estén más de media hora mirándonos a los ojos cuando hablamos sin chequear su celular, las tecnologías de grabación también cambiaron las cosas. Las técnicas digitales desplazaron a los aparatos analógicos, esa forma un poco más artesanal de dejar la música plasmada en un disco. Entonces, ¿qué quiso hacer Dave Grohl, líder de Foo Fighters? "Hagamos este disco en el garage de mi casa con equipos analógicos, en cinta, como lo hacíamos antes." Y todo esto no lo sabía cuando escuché el último álbum de Foo: Wasting light. Disco que me atrapó desde la primera escucha. Fue viendo el documental "Back and Forth" (altamente recomedable) que me enteré de los detalles de la consolidación de ese grupo desde cero, la lona, a pesar del reconocimiento que su líder tenía por ser un ex Nirvana y de cómo fue el proceso de gestación del disco. Producido por Butch Vig, baterista de Garbage, productor de Nevermind. Durante su producción reunió a los tres Nirvana sobrevivientes: Grohl, Pat Smears (el guitarrista que estuvo durante los últimos dos meses de vida de Kurt y que hoy es parte de Foo Fighters) y, sí, Krist Novoselik para grabar I should have known.
Resumiendo: el disco es uno de los mejores discos de los útlimos diez años. Será por la producción de Vig; será porque la banda está en su mejor momento; será porque Grohl decididamente es uno de los mejores compositores de canciones de rock que pueden hacernos emocionar con melodías beatleras o saltar como en un tema de AC/DC; será por el batero Taylor Hawkins que no para de darle a los tambores como Animal en los Muppets; será porque este disco no sólo fue hecho caseramente, sino que se hizo rodeado por las familias de los integrantes en la casa de Dave (hermosa la escena del documental en la que la hija de Grohl lo interrumpe durante la grabación de Rosemary para que fuera a nadar con ella como le había prometido).
En todo ese contexto vinieron a Buenos Aires. La tormenta del 4 de abril no pudo darle más "epicidad" al encuentro. A pesar de arruinarle el final de la presentación a los geniales Arctic Monkeys, el intervalo antes de Foo Fighters de una hora bastó para que la lluvia calmara luego de haber destrozado parte del escenario, por lo que tuvieron que sacar las luces y prender las del Estadio Monumental para que puedan ver.
El show arrancó con All my life, uno de los temas hitos de la banda. Desde allí no pararon. Rope, la explosiva The Pretender (que hizo que esta bloggera saliera de su refugio y cantara con su ídolo), la sentida My Hero, una tras otra. Y los rayos que subían desde la tierra eran la descarga que generó la banda de estos muchachos que hoy están en su mejor momento (recordemos que decir que los rayos caen es un error, son descargas eléctricas que suben desde la tierra hacia el cielo). No les fue tan fácil estabilizarse luego de perder miembros constantemente porque Grohl estaba muy enfocado en lo que quería, o luego de que la columna vertebral del sonido del grupo, Taylor Hawkins, sufriera una sobredosis que le trajo los peores recuerdos a Grohl.
Las versiones de The best of you, Times like these, Learning to fly, Monkey wrench, Arlandia, Rosemary y una de las canciones más hermosas de la banda (la preferida de Dave en sus propias palabras) These days unieron a ese estadio. En donde el poder ver, literalmente, a todo el público emocionado y venerando a la banda rompió con ese hechizo por el cual quienes están sobre el escenario lo son todo y ni siquiera pueden ver a la audiencia. Eso se notó y mucho a pesar de tocar en un River de 35 mil personas cuando su capacidad estaba habilitada para 60. Nada de eso importó, porque la banda no perdió luz aquí, si no que la brindó y mucha, por todos lados. La garganta del cantante sonó demasiado gritona por momentos, como en ningún otro show que por lo menos haya visto, se le iba la voz. Después de haber chequeado su técnica en varios shows y en sus discos en vivo -no es por exagerar, lo investigué de verdad- llegué a la conclusión de que realmente estaba demasiado excitado y no se podía contener. Y para aquellos que asistimos al show del 4 de abril (a 18 años de la muerte de Kurt Cobain, aunque nunca hizo alusión a esto) Dave nos regaló su vuelta a los platillos para Cold day in the sun. Alta nostalgia.
Tanto en su show en Wembley en 2008 como en los de Buenos Aires Grohl se pregunta: "¿Cuándo fue que esta banda se hizo tan grande?" y , también, por qué tardaron diecisiete años en llegar a esta ciudad. Bueno, alguien dígale a Dave que justamente fue el tiempo necesario para la maduración de este señor y su gente con toda esa bola de energía.
Elegí este tema por todo lo que dice Dave presentándolo y porque es su tema preferido. These Days - Estadio de River (a luces prendidas) 4 de abril de 2012.
Best Of You - 3 de abril de 2012, con este tema me enamoré de Foo Fighters allá por 2006.
Este tema me sacudió y salí de la madriguera. The Pretender en vivo, por primera vez en mi vida con Foo 4 de abril de 2012.
Lo trascendental del mal
Hace 11 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario