Escenario blanco. Fondo blanco. Cortinas blancas que cuelgan por detrás de la puesta de escena en general, que es blanca. Toda blanca y va coloreándose acorde a los juegos de luces.
Flores. Muchas flores. Arreglos florales dignos de un centro de mesa de Mirtha Legrand o de un velorio que augura el final.
Sin embargo abrimos el plano y el marco es un estadio. El Estadio Malvinas Argentinas en la zona de Agronomía. Estadio que, en el último par de años, ha sido cita para rockeros. Y sin embargo el escenario podría ser digno de María Martha Serra Lima.
Claro que vamos a hablar de un concierto. Los sonidos que hacen de música de espera, no es música de espera como en casi la totalidad de los shows. Son sonidos de vacas, de bebés, quasi electrónicos.
Una gran bizarrada. Digno de alguien o algo que siempre mantiene la intriga, que siempre parece sorprender.
La banda que se presentó el 8/11 en el Malvinas no fue la de María Marta, fue la banda que lidera el carsimático y multifacético Mike Patton: Faith No More. En su tercera visita a la Argentina (segunda en menos de tres meses de Patton) lo que marcó al show fue justamente lo que caracteriza a la banda: contraste de estilos, innovación, estilo propio e ironía. Ese escenario no era coherente con el de una banda que por momentos puede parecer Panthera y por otros The Commodors (con su ya más que archi conocida versión de la hermosa Easy), Living Colour o Tom Jones (el show abrió con una fusión de Woodpeckers From Mars y Delilah de Jones). La vestimenta de la banda (íntegramente blanca), no condice con los parámetros del hard rock o metal. A su vez, uno puede dejarse llevar por el corte de difusión de los discos de la banda a la hora de decidirse a comprarlo (o bajárselo) ya que su versatilidad pasea por muy diferentes estilos musicales.
El repertorio de FNM incluyó todos sus hits, siempre a cargo de la maravillosa y omnipotente voz de Patton, que en su presentación de septiembre en el teatro Coliseo con su banda Mondo Cane, utilizó un repertorio de cancioneta italiana. Sabiendo eso, no nos sorprende escuchar el tema Evidence cantado, casi completamente, en castellano. O que uno de los mejores frontmans del mundo del espectáculo salga a escena con un bastón y entone un tema de Tom Jones como intro del show.
El show duró una hora y veinte, más diez minutos de bises de la mano de una de las mejores versiones de la noche (un tema inédito y el clásico Who Cares A Lot). Los alaridos de Patton, al borde de quebrar su cuerdas vocales, mutan hacia ultra graves con una facilidad increíble. Su dicción es envidiable y si no fuera un gran cantante, ya se habría quedado sin voz. Da cátedra de canto todo el tiempo.
La base entre la batería de Mike Bordin y el bajo de Billy Gould son la clave del sonido arrasador de la banda y por más de que la acústica del Malvinas no es la mejor, se pudo disfrutar.
Y para cuando el show ya hubo terminado nos regala otro cover: esta vez de Burt Bucharach This Guy Is In Love With You, en donde la afinación y los ajustes de la banda se conjugan con una interpretación vocal estremecedora.
Un show completo que en menos de dos horas de duración dejó a todos contentos y completos. Un estadio repleto que se presta para este tipo de eventos. Una banda poderosa y un líder carismático que es de los más emblemáticos de los 90 para acá. Nada de más y mucho menos, de menos. Say No More.
Lo trascendental del mal
Hace 11 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario