viernes, 26 de junio de 2009

Michael Jackson 1958 - 2009



Michael Jackson fue uno de los dos hombres más influyentes de las historia del rock y del pop (junto a John Lennon). Michael Jackson fue el hombre más influyente del pop, sin sucesores. Pero Michael Jackson no pudo jamás brindarnos más que sus tres primeros trabajos discográficos. Su vida personal terminó devorándose al personaje público.
Argumento mis dos hipótesis: Durante la filmación de la hermosa versión musical de “El Mago de Oz”, un muy joven Michael que recién se separaba del famoso quinteto que formó con sus cuatro hermanos, conocía a dos personas que cambiaron su percepción de la música para siempre: Quincy Jones, el productor de su primer álbum Off The Wall y el único e incomparable Thriller; Y Diana Ross quien lo influenció muchísimo en su interpretación vocal.
Después de eso, musicalmente no hizo nada más. Sí es cierto que Dangerous trajo un par de temas rescatables como Keep It In The Closet, Who Is It o la genial Remember The Time. Pero no pudo remontar jamás el éxito descomunal y la calidad de sus dos primeros discos, y algo de Bad. Sí tuvo buenos videos tal vez. A su vez, tambiém generó un material imposible de igualar audiovisualmente como los videos de Billy Jean, Beat It o el increíble Thriller. Este último rompió con la idea del video clip en donde se recopilaban flashes de imágenes acompañando a la melodía y trajo la idea de musicalizar una historia como las películas usan bandas de sonido.
La segunda hipótesis radica en el hecho de que Michael Jackson no se reinventó nunca como lo hizo su par femenino, Madonna. Mientras ella se renovó constantemente en todos los aspectos que hacían a su vida mediática, la única forma que Michael encontró para modificar su impronta (y aquí esta hipótesis se sostiene también con la primera) fue a través de las cirugías. De alguna forma, se podría pensar que Jacko no sabía quién quería ser. Y por eso estaba constantemente cambiando su rostro ni más ni menos. Y más allá aún, cambió su raza, por más vitiligo que supuestamente le estaba blanqueando la piel. Ya ni siquiera pertenecía a un raza. Michael es lo queer de lo queer. Mostrando masculinidad andrógina en sus bailes, en sus matrimonios de una sospechosa carga marketinera. La forma en la que concibió a sus tres hijos también fue siempre un enigma. Todo en Michael fue un enigma ¿Por qué un supuesto “Rey del Pop” sólo editó cinco discos de estudio en 25 años de carrera solista? ¿Quién era Michael Jackson?
Michael era sus pasos de baile inéditos los cuales jamás habían sido coreografeados por nadie, era su voz incomparable, su ritmo y sonido personal que gestó junto al genial Quincy.

Tributo de Youtube a Micahel Jackson

Eso fue lo que llegó a mostrarle al mundo de su ser. Porque en cuanto quiso mostrar una parte humana de sí mismo terminó denunciado por pedofilia y así su cuerpo, eso que tanto se esforzaba por transformar para sí o para los otros, era la noticia: era él o no quién se presentaba en vivo, en las conferencias ¿Ese cuerpo era Michael Jackson? ¿Eran SUS pasos? ¿SU ritmo? Eso tan público no era más público y sus asuntos privados comenzaron a transgredir los límites que en general rodean a una estrella pública: su vida amorosa, su dinero, su glamour. A diferencia de Madonna quien siempre hace de su vida una extensión de su etapa musical, el “Rey” nunca pudo pasar su primera etapa. De hecho su última tapa en Rolling Stone data de 1992. Ahí vemos como lo público rotó a lo privado ya que esa revista se considera lo opuesto a las revistas de chimentos.
Si bien Madonna sostuvo su carrera en su cuerpo, Michael hizo que su carrera (que es lo que se supone que nos hace contactarlo a nosotros, a miles de kilómetros de distancia) derrumbara su cuerpo y no pudiese conocerlo más. Prefirió desconocerse y mostrar lo que nunca nos hubiese llegado a nosotros si no fuera por la sección de policiales de un tabloide amarillista o las entrevistas de Susana a fenómenos. Un cuerpo de papel que más de uno no podía reconocer. Hasta ya casi no se creía que fuera realmente él el que hacía las apariciones públicas. Estaba oculto en su privacidad.
Prefiero recordarlo así.


Disfruten la versión en vivo de Billy Jean de principio a fin con una jovensísima Sheryl Crow en los coros.

martes, 9 de junio de 2009

La hora de los rostros

Una cita a ciegas. El mejor lugar suele ser un café. Lugar de desconocidos y conocidos si los hay. Un buen lugar para empezar a contar una historia y también para terminarla o para hacer una reunión luego de una separación, probablemente porque es público y no se puede hacer tanto espamento, pero a su vez, cuando uno se sienta con su cita en frente, es como si el pacto estuviese sellado: estamos solos. Conociéndonos o empezando a desconocernos.
Una cita a ciegas es denominado aquel encuentro entre dos personas que se encuentran con un fin específico pero no porque se trate de conocerse específicamente, sino justamente lo opuesto. Se desconocen. Nunca se han visto ni planeaban hacerlo. Pero hay un fin, un motivo que los une y tal vez, haga que sus identidades se crucen. Que sus rostros se contemplen frente a frente e intenten interactuar.
Los rostros. Nada es más identificatorio que un rostro según cualquier Estado, o cualquier sentido común de por lo menos todas las civilizaciones occidentales y orientales de hoy en día. Los documentos de identidad tienen una foto de nuestro rostro y nuestra huella digital. Nuestros ojos, lo primero que conoce, lo primero que se cruza con el mundo del otro. Todo esto, para el sentido común.
Pero pensemos en la posibilidad de que ese alto porcentaje de reconocimiento dado a través del rostro fuese sólo una cuestión cultural, de avances tecnológicos de la modernidad entre otras cosas ¿Acaso una identidad es inherente a un rostro? ¿La identidad de una persona le pertence a un rostro? ¿Cambiarnos la cara, entonces, nos hace otro?
La película Shi-Gan (Tiempo) es una excelente obra para reflexionar profundamente sobre esta cuestión, sobre todo en torno a una temática sobre los cuerpos muy en boga: la reconversión de los cuerpos, las cirugías estéticas, adiestramientos de los cuerpos, de las identidades, del ser.
¿Nuestros cuerpos son quienes nosotros somos? ¿Podemos moldear los cuerpos como esculturas y pertenecer a la mano de quien nos creó o no pertencemos a nadie más que a nosotros mismos?
Llevándolo al plano de la sexualidad, ¿se adiestra la sexualidad al convertir nuestros cuerpos a nuestro antojo? ¿Es una forma de controlar los deseos sexuales, amorosos? ¿Se ama a alguien por quien "es" o por quien ES?
Todas estas preguntas surgen a partir de la película de Kim - Ki duk e intentan responderse durante las escenas en la playa de las esculturas, en donde las manos sostienen la figura de los protagonistas y los acompaña hacia el tiempo. Ese que otras manos controlan junto a sus cuerpos, pero los cuerpos que sólo ellos pueden vivir.

martes, 2 de junio de 2009

El luchador


La actuación es un campo muy rico de análisis para aquellos a quienes nos interesa focalizarnos en los estudios del cuerpo y sus representaciones en las significaciones sociales.
¿A qué nos referimos con significaciones sociales? Desde el lugar en el que conceptualizamos estas nociones, todo significa: no sólo las palabras y las estructuras gramáticas, si no los silencios, la retórica de nuestras predicaciones, el espacio en el que nos movemos y, desde ya, el cuerpo. Lo que haga o deje de hacer. Lo que lo marca, lo que lo lustra, lo que lo pule y moldea. El cuerpo es el pivote, sostén de nuestra existencia en el mundo, a través de lo que nos comunicamos, pensamos, amamos, vigilamos y dominamos. A su vez, es también aquello a través de lo que otros nos comunican, nos piensan, nos aman, nos vigilan y nos dominan. El cuerpo es el único lugar en donde todas nuestras experiencias, realmente, se hacen carne. Más allá del saber, la experiencia encarnada es lo que realmente dirá lo que el cuerpo quiere decir.
El luchador es la película por la cual Micky Rourke fue nominado a un Oscar. Su actuación es primordial en la película y más que disfrutable para el espectador. Para hacer referencia a su presencia en esta película no podemos obviar, que este actor tuvo que hacer algo muy similar a lo que cuenta la historia del protagonista cuando su carrera actoral fue descarrilada ante su adicción al alcohol y las drogas. Micky se dedicó a las peleas callejeras en las que le pagaban unos cuántos -pero pocos- dólares por pelea ganada. Eso anduvo haciendo quien supo protagonizar junto a Kim Bassinger el éxito de los noventas “Nueve semanas y medias”. Por este film, ambos se transformaron en íconos sexuales de la década. Sus cuerpos eran armónicos, sensuales y sexuales. Todo lo que el parámetro de belleza occidental hegemónico reclamaba.
Para principios de este milenio, Rourke estaba desfigurado por las cirugías estéticas en su rostro, más las resacas, más las peleas. El cuerpo hablaba. Esa era su historia.
El luchador tiene como sujeto de la historia al cuerpo. Tanto el de la estrella de la lucha libre a quien encarna Micky como el de Cassidy/Pam, personificada por la adorable, talentosa y hermosa Marisa Tomei.

En el primer caso el cuerpo aparece como el sostén falso de una historia que ya fue pero que sigue siendo la única razón de vida de este hombre, Randy “El Carnero”. Ni su hija abandonada, ni la insistencia de la mujer a la que él ama (Cassidy) lo pueden apartar de la lucha libre, aún cuando un problema de salud por el abuso de esteroides y sus ya pasados cincuenta años, le indican que ya no es tiempo de seguir poniendo el cuerpo, por lo menos no sobre el ring.
El personaje de Tomei también trabaja con el cuerpo. Aunque aquí sí se puede hacer una observación al guión -la mujer es stripper, no una atleta o algo que se le parezca- es argumentado por el ambiente que frecuenta Randy. Con su edad ya está considerando dejar ese trabajo pero además de stripper es madre (dejando los análisis de género de lado) y no puede darse el lujo de dejar ese trabajo por el momento.
El cuerpo del luchador está lleno de cicatrices, de sus peleas y en última instancia del by pass que deben practicarle por el paro cardíaco que detona el conflicto de la historia. Ese cuerpo con todas esas marcas señalan su destino. En cambio Cassidy no tiene marcas más allá de las de los estigmas que puede generar para ser empleada en trabajos más convencionales. Randy no puede escapar de su historia, cuando ya no puede seguir entrenando se infla con esteroides para seguir en carrera, a pesar de vendarse por todos lados por sus varias lesiones no curadas. No hay cuidado en ese cuerpo. Ese no-cuidado está muy bien llevado por el guión como el reflejo de la vida que él mismo está padeciendo por más de que la elija. En el caso de Pam, el no tener marcas visibles pareciera facilitarle el dejar el mundo que la aqueja. Las marcas aparecen así como huellas que fueron quedando y formando su significación. A partir de allí, nace el sentido que cada uno puede construir con lo que tienen en sus vidas.