martes, 2 de junio de 2009

El luchador


La actuación es un campo muy rico de análisis para aquellos a quienes nos interesa focalizarnos en los estudios del cuerpo y sus representaciones en las significaciones sociales.
¿A qué nos referimos con significaciones sociales? Desde el lugar en el que conceptualizamos estas nociones, todo significa: no sólo las palabras y las estructuras gramáticas, si no los silencios, la retórica de nuestras predicaciones, el espacio en el que nos movemos y, desde ya, el cuerpo. Lo que haga o deje de hacer. Lo que lo marca, lo que lo lustra, lo que lo pule y moldea. El cuerpo es el pivote, sostén de nuestra existencia en el mundo, a través de lo que nos comunicamos, pensamos, amamos, vigilamos y dominamos. A su vez, es también aquello a través de lo que otros nos comunican, nos piensan, nos aman, nos vigilan y nos dominan. El cuerpo es el único lugar en donde todas nuestras experiencias, realmente, se hacen carne. Más allá del saber, la experiencia encarnada es lo que realmente dirá lo que el cuerpo quiere decir.
El luchador es la película por la cual Micky Rourke fue nominado a un Oscar. Su actuación es primordial en la película y más que disfrutable para el espectador. Para hacer referencia a su presencia en esta película no podemos obviar, que este actor tuvo que hacer algo muy similar a lo que cuenta la historia del protagonista cuando su carrera actoral fue descarrilada ante su adicción al alcohol y las drogas. Micky se dedicó a las peleas callejeras en las que le pagaban unos cuántos -pero pocos- dólares por pelea ganada. Eso anduvo haciendo quien supo protagonizar junto a Kim Bassinger el éxito de los noventas “Nueve semanas y medias”. Por este film, ambos se transformaron en íconos sexuales de la década. Sus cuerpos eran armónicos, sensuales y sexuales. Todo lo que el parámetro de belleza occidental hegemónico reclamaba.
Para principios de este milenio, Rourke estaba desfigurado por las cirugías estéticas en su rostro, más las resacas, más las peleas. El cuerpo hablaba. Esa era su historia.
El luchador tiene como sujeto de la historia al cuerpo. Tanto el de la estrella de la lucha libre a quien encarna Micky como el de Cassidy/Pam, personificada por la adorable, talentosa y hermosa Marisa Tomei.

En el primer caso el cuerpo aparece como el sostén falso de una historia que ya fue pero que sigue siendo la única razón de vida de este hombre, Randy “El Carnero”. Ni su hija abandonada, ni la insistencia de la mujer a la que él ama (Cassidy) lo pueden apartar de la lucha libre, aún cuando un problema de salud por el abuso de esteroides y sus ya pasados cincuenta años, le indican que ya no es tiempo de seguir poniendo el cuerpo, por lo menos no sobre el ring.
El personaje de Tomei también trabaja con el cuerpo. Aunque aquí sí se puede hacer una observación al guión -la mujer es stripper, no una atleta o algo que se le parezca- es argumentado por el ambiente que frecuenta Randy. Con su edad ya está considerando dejar ese trabajo pero además de stripper es madre (dejando los análisis de género de lado) y no puede darse el lujo de dejar ese trabajo por el momento.
El cuerpo del luchador está lleno de cicatrices, de sus peleas y en última instancia del by pass que deben practicarle por el paro cardíaco que detona el conflicto de la historia. Ese cuerpo con todas esas marcas señalan su destino. En cambio Cassidy no tiene marcas más allá de las de los estigmas que puede generar para ser empleada en trabajos más convencionales. Randy no puede escapar de su historia, cuando ya no puede seguir entrenando se infla con esteroides para seguir en carrera, a pesar de vendarse por todos lados por sus varias lesiones no curadas. No hay cuidado en ese cuerpo. Ese no-cuidado está muy bien llevado por el guión como el reflejo de la vida que él mismo está padeciendo por más de que la elija. En el caso de Pam, el no tener marcas visibles pareciera facilitarle el dejar el mundo que la aqueja. Las marcas aparecen así como huellas que fueron quedando y formando su significación. A partir de allí, nace el sentido que cada uno puede construir con lo que tienen en sus vidas.

2 comentarios:

caca dijo...

Está película me encanta... lástima que todavía no la vi!

Pero se solucionará en breve.

La niña santa dijo...

Sí yo también la quiero ver! Tenemos que solucionarlo Natanael, right the way.