Fin de año. La gran mayoría de los argentinos estamos agotados. No sé si es sugestión de que ya se termina el 2009 y empezamos a aflojar o realmente la nafta se termina durante los primeros días de diciembre. Porque en definitiva, ¿cómo se entera nuestro cuerpo de que se termina el año? Qué diferencia hay para nosotros si es marzo o septiembre. Puede ser el hecho de irse de vacaciones, ese corte que a algunos tan bien nos viene, y sin embargo otros lo saltean. Año durísimo a nivel económico, político y social. Con muchas movilizaciones que fueron primas de la movilización política que supuso el año pasado el conflicto entre el grupo “dueño del campo” (como me gusta llamarlo) y el gobierno y todos aquello que consideramos injusta la distribución de la riqueza en la Argentina. Aliados o no del gobierno o de la forma en que se sucedieron los hechos, muchos de nosotros sabemos que era un primer paso para desestructurar una de las bases más solidas de acumulación injusta de capital (aunque considero que siempre que hablamos de acumulación de Kapital es injusto).
Entonces en dónde nos encontramos: a dos años de la asunción de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner en la Nación y de Mauricio Macri en la ciudad. Esta vez, no quiero hablar de hechos porque para eso hay muy buenos programas que se encargan de desplegar el arsenal crónico y sintético de qué fue sucediendo estos dos años. Quiero hablar de las sensaciones que me han dejado. Quiero hablar en primera persona.
Empecemos por el gobierno de la ciudad. El gobierno de Mauricio Macri se ha caracterizado desde el primer día por tratar de mostrar que hace. Recuerdo cuando salió con lo de Haciendo Buenos Aires y su gran H. Lo primerísimo que pensé es: "la h siempre está, pero es muda". y es exactamente lo que la gestión de Macri hace: mostrarse pero no lograr nada más que destruir calles. En la ciudad de Buenos Aires (tal vez en todas la grandes ciudades) esto es muy fácil: obra pública visible, hacer ruido. Mucho ruido.... y claro, en este caso, pocas nueces. Seguramente haya algún programa del Gobierno de la Ciudad que algo bueno haga, pero no es un plan Universal ni que se implemente a largo plazo, fuera de este Gobierno como podría haber sido la ley de casamiento entre personas del mismo sexo. Ese mínimo gran paso que podría haber dado, no lo dio y que yo me haya enterado, la Ciudad no votó ninguna ley realmente progresista en todo el Gobierno de Mauricio Macri, cuyo partido tiene la mayoría en la legislatura porteña. Discúlpenme, pero no logro comprender como un Jefe de Gobierno puede ser tan ignorante y falto de sentido político y jurídico como Mauricio Macri, quien defiende a un represor como el “Fino” Palacios porque a él le parece que es inocente cuando ya fue juzgado. Y no sigamos nombrando a quienes designa como autoridades. Desde ya que todos los programas sociales de la Ciudad han sido clausurados o recortados sus presupuestos a la nada.
En Nación hay muchísimas cosas que no comparto, sobre todo el aparato PJ y las formas de hacer política que aún me hacen recordar a modus operandi mafiosos. A veces me da la sensación de que si tuviese alguien con un grado de conciencia de lo que realmente viven los argentinos en sus distintas clases sociales, o la Presidenta misma bajara un poco podría tomar pequeñas decisiones que levantaría mucho su popularidad, sobre todo en la clase media gata florense. A pesar de eso, es la primera vez que veo que un Gobierno lanza planes Universales que superan a su gestión con muchísimo ímpetu y convicción. Si despenalizaran el aborto creo que realmente me comprarían. Siento que es la primera vez que un gobierno está gestionando para el pueblo. Con miles de fallas y críticas que se les puede hacer, pero el eje del gobierno es el pueblo, y eso, en este momento, es mucho más positivo que cualquier acción negativa que ha hecho este mismo.
Soy muy crítica del gobierno de Cristina Fernández, y no lo creo para nada referente de lo que yo aspiro a admirar. Me inspira admiración como oradora y como gobernante en algunas cuestiones, pero no comparto todo como lo hago con, por ejemplo Martín Sabbatela, pero viendo quiénes son los opositores, prefiero hacerlo del lado que aquí planteo. Con distancia pero sin denostarlo, porque ya es un hecho que la democracia representativa representa no a la mayoría, sino a los sectores de mayor poder dejando afuera a lo que realmente es mayoría y desde ya a los grupos minoritarios, que no son tan menores, pero que es mejor catalogarlos como tales para que no llamen la atención. Quiero un gobierno que vele por las mujeres, los chicos, los animales y la naturaleza, los homosexuales, los bisexuales, el género trans, los más marginados y que logre articular a todos aquellos que se consideran “derechos y normales” con esa realidad. Ese para mí va a ser el mejor gobierno.
Lo trascendental del mal
Hace 11 años
1 comentario:
Muy bueno lo de la H muda!!
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