lunes, 12 de noviembre de 2007

Láctea

Desearía que nunca hubieses salido de ese agujero.
¿Por qué no te quedaste detrás de la biblioteca?
Así yo seguiría buscándote un hogar alternativo que te adoptara.
Pero no, preferiste salir.
Un domingo te asomaste y te escabulliste en mi cama.
Allí te acomodaste, comenzó tu ronroneo y nunca más dejó de resonar en mi pecho.
Desearía que la belleza no se hubiese adueñado de vos:
ojos de cristal celeste
y pelo de nube blanca.
Adepta al polvo del verano
aunque el sol te lastima la mirada.
Gracias por ser de las fieles,
las que no corren el hocico cuando uno les arrima su nariz.
Es más, besás -cuando no arañás.
Ay! Copo de nieve,
Vía láctea con sabor a leche entera;
la misma histeria de tu femeneidad
es la que me genera la polvareda de pelos blancos
que dejás con tu andar.

2 comentarios:

Unknown dijo...

linda rulienta gática, sólo vos y yo podemos saber el amor que contiene un gato nuestro... te adoro

La niña santa dijo...

Sí sí, muy linda de verdad.
Mi gata está viejita pero sigue siendo hermosa (e hincha, hay que admitirlo). Le voy a escribir algo yo también.
Beso!