viernes, 29 de junio de 2012

Smells Like Teen Spirit: Discos Pubertosos

La década de los 90's es considerada por este blog como una de las más brillantes de la música después de los 70's y 60's. Los pocos géneros musicales nuevos que podemos destacar surgen de finales de los 80's y se afianzan en esta década, como el tecno pop, el rock progresivo alternativo y desde ya, el Rap o Hip hop. A comienzos de los 90's yo estaba en la primaria. Para la segunda mitad ya cursaba mi secundaria en el ILSE, etapa que marcó muchísimo mis tendencias musicales. Lejos de dedicarme a los asuntos que atañen a todos los adolescentes de esa época (chicas, chicos, escavio y salidas) prefería quedarme en casa descubriendo la MTV Latina, que en aquel entonces emitía programas como Lado B, Nación Alternativa, Headbangers o los bellísimos MTV Unpluggeds cuya esencia en ese momento era la de desnudar al artistas y sus canciones al mínimo exponente.
En uno de mis tantos brotes nostálgicos me propuse sistematizar esos discos que tanto marcaron esta etapa. Voy a tomar como punto de partida 1994 (fin de mi primaria) por ser el año en que el MTV Unplugged de Nirvana se lanzaba al mercado y por la muerte de Kurt Cobain, punto de inflexión en la evolución musical de fin de los 90's hacia el 2000.
Remarco que no se tratará de un ránking. Los discos que vaya posteando son parte de mi historia, y en este caso, no voy a darles jerarquía por su calidad. Simplemente traerlos a colación para que todos puedan identificarse, y por qué no, hasta descubrir alguno.

Nirvana MTV Unplugged

Hasta Nevermind nunca le había prestado atención a esta banda. Con once años también no es muy estándar que una niña le prestara atención a un grupo como Nirvana. Liderada por un incomprendido social.
Sin embargo, el surgimiento de la MTV Latina me acercó a conceptos que no había tenido en cuenta a la hora de consumir música por mí misma, lejos de la influencia rockera paterna.
Así fue como un día el video de In Bloom cautivó mi atención y paré la oreja ante este trío de Seattle. No fue la rebeldía de Smells Like Teen Spirit sino el videito en donde Cobain, Grohl y Novoselic parecen ser unos nerds freaks sesentistas (algo así como Weezer en el video de Buddy Holly) con lo que me sentí identificada.
Cuando MTV emitió el Unplugged de Nirvana, grabado en Nueva York en noviembre de 1993, antes de que Kurt comenzara con la serie de internaciones que evidenciaban su estado de salud mental, estaba ansiosa por lo que podía ver y oír.
En este disco además participaba el nuevo integrante de la banda, Pat Smears, que ni siquiera había estado en el disco inmediatamente anterior, In Utero de septiembre del mismo año.
El repertorio de este concierto/disco incluía un par de "hits" de la banda como About A Girl o Come As You Are, pero de Smells Like Teen Spirit, ni un acorde. Tiene versiones de temas de David Bowie, The Vaselines e incluso de otra banda de grunge de la época, The Meat Puppets, quienes tocan en el mismo concierto como invitados.
Mucho ya se ha dicho en torno a la atmósfera que se creó en ese lugar. Un clima agradable, de amigos zapando, pero a su vez, como si hubiese un fantasma de despedida rondando el estudio.
Ya he posteado en este blog la interpretación del tema final, Where Did You Sleep Last Night?, la canción en la que Kurt suspende su mirada como queriendo decir algo, a todos, a nadie.
La que les dejo hoy, es más sutil, mi otra canción preferida del disco, Something In The Way, originalmente parte de Nevermind. Nunca me es fácil hablar de Kurt, no sé porqué. Busco algo en esa manera.

sábado, 9 de junio de 2012

Tomboy: cuando el sexo es género

Tomboy: marimacho.

La premiada película de la francesa Céline Sciamma cuenta la historia de Laure, una niña que quiere ser Michäel (Miguel).
Aprovechando la mudanza a un nuevo vecindario, en donde ella y sus familia son totales desconocidos, Laure logra realizar su deseo de ser un niño.
A diferencia de muchas concepciones en torno a los chicos trans, la familia de Laure es afectiva, contenedora. Ella simplemente quiere ser varón.
Padre, madre y dos niñas. La hermanita menor de Michäel, Jeanne, es la femineidad infantil en su máxima exponencia. Mientras su hermana mayor busca en el espejo encontrar el varón y escupe en el lavabo probando cuán lejos llegan sus escupitajos, Jeanne, se pone el tutú y juega a la bailarina en su casa.
La cuestión del género como algo cultural se encuentra sosteniendo la teoría de tantas feministas como Judith Butler de que el par género/sexo no pueden ser disociados.
La escena en que los niños van a nadar busca la sexualización de esos cuerpos infantiles. La sexualización no desde lo genital, desde la lujuria, sino desde, justamente, la apropiación del género por nuestros cuerpos: el sexo.
Entonces, el tener vagina o pene no es lo que define nuestro sexo y como lo vivimos, sino, las prácticas en torno a ello.
Todos los "ritos" que definen a la sexualidad como jugar a la pelota o jugar a la bailarina, pelearse con los niños o maquillarse entre chicas son utilizados en el guión para demostrar que no importa si el que lo hace tiene como sexo masculino a femenino, sino cómo lo porta. De hecho cuando Laure/Michäel decide jugar al fútbol ante el comentario de su amiga Lisa de que no tenía permitido jugar porque era nula, la rompe. O cuando se agarra a trompadas con un muchacho que molesta a Jeanne termina siendo quien gana, así como en un juego de fuerza es ella/él quien sale victoriosa/o.
Lo asexuado del cuerpo infantil, que no demuestra diferencias casi entre "machos y hembras" hasta pasados los 10 años aproximadamente, aquí es totalmente sexuado, de nuevo, por la cuestión del género, sin necesidad de mostrar genitales.
Ahí está la mano de la directora, que encuentra una forma perfecta de plantar esta teoría, rodeándose de unos niños que conmueven en cada escena.