Ayer fue un día histórico. Para nuestro país, para el mundo, para la democracia. Se dio uno de los pasos más importantes que se puede dar dentro de un sistema que excluye a las minorías y a los que viven (o intentan morir) de una manera distinta. En la Argentina, ayer, se hicieron ley los proyectos de identidad de género y muerte digna.
En concreto: una vez que el Ejecutivo promulgue ambas leyes, todos los argentinos tendrán derecho a elegir su identidad en relación a su género y todo argentino que sufra enfermedades terminales o esté en estado vegetativo podrá optar por evitar el "encarnizamiento terapéutico" que prolonga la vida aún cuando no haya expectativas de mejoras en la salud.
La sanción de estas leyes, está logrando que los seres humanos que habitamos esta tierra tomemos las riendas verdaderamente de dos de los grandes aspectos que definen la vida: quiénes somos y cómo morimos, porque, aunque suene trillado, la muerte es parte de la vida. No se puede pensar una sin la otra.
Desde el punto de vista filosófico e ideológico es tanto lo que se puede hablar, debatir, combatir. Sin embargo yo prefiero quedarme con esta idea: este aporte jurídico alimenta a la democracia de una forma en la que pocas cosas lo pueden hacer en cuanto a derechos individuales, desde ya.
He repetido en distintos posts la necesidad de sancionar una ley que regule la situación de los abortos practicados en el país y muchísimas leyes que trabajen en relación a los cuidados del medio ambiente y todos sus habitantes humanos y no humanos.
La ley del matrimonio igualitario, la ley de medios, la asignación universal por hijo; todos ellos son enormes pasos hacia avances impensados hace 10 años atrás por esta bloggera y me animo a decir, por muchos compatriotas.
Sin embargo aquí estamos. En un país en donde un chico menor de 18 años podrá optar por su género, más allá de la oposición de sus padres. Donde cualquier persona mayor de 18 años podrá hacerlo sin ningún tipo de traba judicial. Un país en donde las obras sociales y prepagas deberán cubrir tratamientos hormonales y realizar las cirugías de cambio de genitales (yo no considero desde mi ideología que el sexo y el género sean dos líneas paralelas) y los médicos que asistan a los pacientes a dejar sus tratamientos no serán penados por la ley. Donde la vida y la muerte se hermanan en su dignidad y no se dividen dejando al fin de nuestras vidas como un espacio marginado y estéril.
Felicito y me honran todos los senadores y diputados que han hecho esto posible. Todos. Esto no fue una cuestión del Gobierno. Esto fue un resultado de una sociedad que ha estado aprendiendo de su propia capacidad de realización y superación.
Perdón por el optimismo y entusiasmo, pero felicito a la Argentina.
Lo trascendental del mal
Hace 11 años
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