martes, 29 de noviembre de 2011

Puesto 7: The Police

Los puestos que siguen en este ránking comenzarán a tornarse un tanto predecibles tal vez. Las bandas subsiguientes siguen vivas aunque sus miembros hayan pasado al país del Nunca Jamás. El legado que dejaron estos grupos es evidente e inevitable. Y dentro de esas herencias está la de The Police. Allá por 1977 Gordon Sommers dejaba de ser un maestro de kinder garden para comenzar una de las bandas más importantes en cuanto a mestizaje musical e identidad de grupo, y de allí en más, llamarse Sting. The Police completó su formación con el único Andy Summers y el ocurrente y payasezco Stewart Copeland. Los tres tienen talentos inimitables y que han marcado un quiebre en el sonido de aquella época. No necesitamos destacar que el sonido The Police era la sumatoria del jazz, del reggae, del punk, el ska y del rock. El tinte reggae quedaba impregnado por los riffs de la guitarra de Summers. Sin embargo, esos riffs, tenían un resonar rockero que no tornaba monótonas las molodías como a veces (muchas) pasa con las guitarras de ese estilo. Sting es uno de los mejores bajistas del mainstream del rock al que se le suma la particularidad de ser la voz líder, cosa que no se ve tanto en bajistas (aunque tampoco es una rareza). El particular registro agudo que tiene dejaba asombrados hasta a artistas como Billy Joel que dijo que la primera vez que escuchó Roxanne pensó que se trataba de una mujer cantando. Hasta para una chica los gritos en So Lonely pueden ser de un muy alto rango. Y el mejor para lo último: Copeland es, probablemente, uno de los más grandes bateristas de la historia. Su fuerte siempre fue la combinación perfecta entre los golpes de "arriba" (platillos) y el uso de los pedales para los tambores. Los ritmos sincopados de la batería, los rasguidos de guitarra y los agudos de Sting hacen que todo el grupo haga su aporte para hacer de sus canciones una marca personal que muchos imitaron luego. Infalible. Tan infalible que The Police sacó cinco discos en cinco años. Su separación fue el fruto de la producción de una de las mejores piezas del rock contemporáneo: Synchronicity de 1983, grabado en uno de los momentos más conflictivos de la banda. En ese disco se encuentra la tortuosa y obsesiva Every breath you take que tantas veces confunden con una canción de amor cuando en realidad habla de un tipo celoso y acosador que lo único que quiere es controlar a la mujer que lo dejó y no dejarla vivir en paz... En fin. El tema ganó el Grammy a mejor canción del año en 1983 dejando atrás a Billy Jean de Michael Jackson, quien sí se llevara el Grammy a disco del año por Thriller venciendo a Synchronicity en la nominación.
Los egos de Copeland y de Sting comenzaron a chocar irremediablemente, a veces, estimulado por el abuso de drogas. Summers quedó siempre en el medio de esos dos egos enormes y también fue factor de su necesidad de alejamiento.
Las compilaciones de The Police son un elemento obligatorio como cualquier compilación de Queen o de Los Beatles, mantiendo a la banda viva de alguna manera.
En 2007 nos regalaron la oportunidad de poder verlos en vivo y, se podría decir, que se los vio y escuchó casi como en su mejor momento. Encima, el DVD es del recital de Buenos Aires. Hablando de egos...

Los dejo con dos de mis (80) temas preferidos de The Police, pero creo que estos están en el top 5 seguro.

Walking On The Moon


Wrapped Around Your Fingers. Una de las mejores letras de The Police en su increíble versión en vivo en diciembre de 2007 en Buenos Aires, Estadio River Plate. El video corresponde a las tomas de COpeland no más, pero realmente lo que hace con la percusión es para dedicarle la vista sólo a él y dejarnos llevar por la melodía hipnótica de esta canción.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Say No More

Escenario blanco. Fondo blanco. Cortinas blancas que cuelgan por detrás de la puesta de escena en general, que es blanca. Toda blanca y va coloreándose acorde a los juegos de luces.
Flores. Muchas flores. Arreglos florales dignos de un centro de mesa de Mirtha Legrand o de un velorio que augura el final.
Sin embargo abrimos el plano y el marco es un estadio. El Estadio Malvinas Argentinas en la zona de Agronomía. Estadio que, en el último par de años, ha sido cita para rockeros. Y sin embargo el escenario podría ser digno de María Martha Serra Lima.
Claro que vamos a hablar de un concierto. Los sonidos que hacen de música de espera, no es música de espera como en casi la totalidad de los shows. Son sonidos de vacas, de bebés, quasi electrónicos.
Una gran bizarrada. Digno de alguien o algo que siempre mantiene la intriga, que siempre parece sorprender.
La banda que se presentó el 8/11 en el Malvinas no fue la de María Marta, fue la banda que lidera el carsimático y multifacético Mike Patton: Faith No More. En su tercera visita a la Argentina (segunda en menos de tres meses de Patton) lo que marcó al show fue justamente lo que caracteriza a la banda: contraste de estilos, innovación, estilo propio e ironía. Ese escenario no era coherente con el de una banda que por momentos puede parecer Panthera y por otros The Commodors (con su ya más que archi conocida versión de la hermosa Easy), Living Colour o Tom Jones (el show abrió con una fusión de Woodpeckers From Mars y Delilah de Jones). La vestimenta de la banda (íntegramente blanca), no condice con los parámetros del hard rock o metal. A su vez, uno puede dejarse llevar por el corte de difusión de los discos de la banda a la hora de decidirse a comprarlo (o bajárselo) ya que su versatilidad pasea por muy diferentes estilos musicales.
El repertorio de FNM incluyó todos sus hits, siempre a cargo de la maravillosa y omnipotente voz de Patton, que en su presentación de septiembre en el teatro Coliseo con su banda Mondo Cane, utilizó un repertorio de cancioneta italiana. Sabiendo eso, no nos sorprende escuchar el tema Evidence cantado, casi completamente, en castellano. O que uno de los mejores frontmans del mundo del espectáculo salga a escena con un bastón y entone un tema de Tom Jones como intro del show.
El show duró una hora y veinte, más diez minutos de bises de la mano de una de las mejores versiones de la noche (un tema inédito y el clásico Who Cares A Lot). Los alaridos de Patton, al borde de quebrar su cuerdas vocales, mutan hacia ultra graves con una facilidad increíble. Su dicción es envidiable y si no fuera un gran cantante, ya se habría quedado sin voz. Da cátedra de canto todo el tiempo.
La base entre la batería de Mike Bordin y el bajo de Billy Gould son la clave del sonido arrasador de la banda y por más de que la acústica del Malvinas no es la mejor, se pudo disfrutar.
Y para cuando el show ya hubo terminado nos regala otro cover: esta vez de Burt Bucharach This Guy Is In Love With You, en donde la afinación y los ajustes de la banda se conjugan con una interpretación vocal estremecedora.
Un show completo que en menos de dos horas de duración dejó a todos contentos y completos. Un estadio repleto que se presta para este tipo de eventos. Una banda poderosa y un líder carismático que es de los más emblemáticos de los 90 para acá. Nada de más y mucho menos, de menos. Say No More.