jueves, 13 de diciembre de 2007

Una de Radiohead

Si hay algo casi imposible en este mundo es seleccionar canciones preferidas, por eso yo las tengo categorizadas: canciones que me pueden, que me matan, hermosas, de la puta madre; etc.
Pero sí hay un tema que en los últimos 4 años se me metió mucho y por suerte, no por esa onda de ponérmelo a escuchar cada 5 min. No. Este tema se escucha cuando viene. Cuando aparece en su disco o en alguno de esos quinientos mil mp3 que tengo en mi pc. Mi canción preferida de Radiohead: My Fake Plastic Trees (The Bends 1996). No habla de algo, no cuenta ninguna historia. Simplemente, Thom Yorke nos ubica en una fantasía de plástico. Las tres estrofas que componen la canción describen escenas en donde sus protagonistas se rodean de relaciones plásticas: Una mujer que tiene una planta falsa, de goma; un marido que hacía cirugías para mujeres en los ochentas y la invocación a un amor que parecía real, pero que en realidad era un amor falso de plástico. La melodía del tema no hace más que acompañar la frustación del relato, similar a como lo hace la banda en "Knives Out".
Lo que más me puede de Fake Plastic..., la cual sin dudas entra en la categoría de canción que me fulmina, es el cansancio con que Thom Yorke declara: She waers me out (Ella me desgasta), o It wears... etc. Ahí se encuentra exactamente esa frustración e impotencia del sentimiento de enamorarse de algo (no sólo alguien) que no es real, que es inalcanzable, porque en este mundo ya todo parece ser una convención obligada para poder entrar en la cultura. Y eso nos desgasta. Porque queramos o no (y con esto cierra también la canción), enamorarse supone "llegar a ser quien el otro quiere que seamos todo el tiempo". Lo bueno de amar es que uno ama cuando pasa esa franja y ama al otro por quien "realmente" es. De todas maneras, la imagen que construimos se basó en ese enamoramiento. Ese falso "otro" que obligamos que el otro sea y que nos obligamos nosotros mismo a ser. Y qué hermoso es cuando eso funciona...

lunes, 10 de diciembre de 2007

La mala palabra

El año pasado, más o menos por esta altura, yo le confirmaba a una amiga mía que Cristina era la candidata del oficialismo para la Presidencia del 2007. Mi amiga me contestó: "Vos te creés que Kirchner se va a perder la oportunidad de gobernar de nuevo? y que después venga Cristina y se perpetúen?". Yo, con lo que todos mis conocidos llaman "ingenuidad", contesté: "Pero él dijo que no se iba a presentar a la reelección". Mi amiga seguía sin convencerse, aún cuando yo tenía fuentes muy confiables que confirmaban la candidatura de Cristina Fernández para la carrera Presidencial.
La sociedad argentina, más mi generación, perdió toda credibilidad en la política, mejor dicho en los políticos. Y lo más aterrador de esto, es que perdió la confianza en lo político, que es, ni más ni menos, la capacidad de decidir. De decir que sí o que no. Por eso muchos aplauden de pie la campaña política macrista de "no referirse a lo político". Porque así ya nadie elige. Vienen "ellos", lo salvadores, a elegir por nosotros. Y sólo nos sentamos a esperar las soluciones.
Hoy, a diez días del mes de diciembre de 2007, por primera vez en nuestro país, asume una mujer electa como Jefa de Estado y Comandante en Jefa de las Fuerzas Armadas. Si hace diez años, me hubiesen dicho que una mujer de la edad de mi mamá iba a ser presidenta, jamás lo hubiese creido. Pero no porque no crea a las mujeres capaces de gobernar ( el que me conoce sabe que jamás podría pensar así). Sino porque en esta sociedad jamás pensé que se darían las circunstancias (Lauryn Hill diría "Consecuence is no coincidence"). En esta sociedad en la que si un hombre tiene un preservativo en la billetera es precavido por su salud y de la de la mujer con la que se acuesta. Pero si una mujer lo tiene en su cartera, es una fácil y no puede esperar a acostarse con el próximo. Una sociedad que como tantas otras, relaciona al hombre con la firmeza y no a la mujer, que si llegara a esbozar algún gesto de solidez sería llamada autoritaria. Así hablan de Cristina. La soberbia, la dura, la que gasta por demás... Pero claro, cuando Natalia Oreiro aparece con un vestido de U$s 30000 no dicen nada porque "si tiene la plata que la gaste". Si no se está de acuerdo con el sueldo que se les paga a los mandatarios o funcionarios es hora de hacer algo. Porque más de uno sabe que si los elegimos tendrán el sueldo que deviene de nuestros impuestos y etc. No seamos demagogos, por favor.
Yo no la voté a Cristina, pero desde el minuto cero, desde antes de vociferar que elegía a Pino Solanas como mi candidato (no creo en eso del voto secreto, anula convicciones) dije que si ella ganaba, festejaba. Porque sí estoy de acuerdo con un 70% de su plataforma política y gestión de la que formó parte (no digo ya casi la palabra propuesta porque me trae malos recuerdos de un actual Jefe de Gobierno). Y hoy, en su discurso dijo dos cosas en donde me representó en un 100%: "No creo que las ideas se puedan resumir en 5 renglones en un diario ni en una exposición en un medio". Ya sabemos que ser breve es ser Pro, no???? Las ideas... ¿Dónde están las ideas? ¿Tener ideas es, acaso, ponerse a decir lo que uno tiene ganas? No, tener ideas, de nuevo confirmé mi afinidad con la Presidenta, es hacer las cosas desde la política. Desde la discusión, persuasión, disertación y hasta la falta de acuerdo. Porque el Estado no hace más que evidenciar las contradicciones de la sociedad. Y si llevar a cabo un plan de Gobierno toma tiempo, es porque la sociedad no se puede cambiar ni manejar de un momento a otro. Y todos lo sabemos. Ser polítco, gracias a la vida, no es Pro.
El segundo punto al que me refiero es cuando delante de toda la audiencia que supone esta asunción y los presidentes allí presentes, la Presidenta, agradeció al primer mandatario Uruguayo, Tabaré Vázquez, por su presencia y le confió que no quiere profundizar las diferencias, pero que Uruguay ha violado el Tratado Internacional del Río Uruguay. Ay, Dios! Delante de toda esa gente encarar la situación así y que se lo tome bien el presidente oriental. Porque más allá de lo que le puede molestar, enetendió el mensaje. Y Cristina tenía razón.
Y por último, la emoción. El momento del paso del mando, una vez que Néstor Kirchner le había entregado el bastón y la banda presidencial, demostró nuevamente la humanidad que sigue manteniendo el ex presidente luego de 4 años de Gobierno: se olvidaba de firmar el acta de sucesión presidencial y Cristina, bien de esposa, le llama la atención: "No, vení. Tenemos que firmar primero!". Néstor agarra el micrófono y dice: "Nunca aprendí el protocolo".
A las 18 hs, fue la jura de Ministros y por primera vez en la historia de mi vida, pude ver una jura sin el horror y desprecio con el que lo hice los últimos años. Sí, cuatro o cinco son peor que Drácula para mí. Supongo que ya saben quiénes y porqué "tienen" que estar ahí. Pero la emoción ante la Jura de Carlos Tomada, Graciela Ocaña y el estallido del llanto contenido de Cristina cuando convocó a su cuñada Alicia Kirchner, me permitieron asegurar que por lo menos, esta gente quiere a la política. Quiere cuidarla y le interesa que todos nosotros volvamos a cuidarla y a practicarla pudiendo pronunciarla. Como si no fuera una mala palabra.

domingo, 2 de diciembre de 2007

La espera

La Ola se ha transformado en un clásico durante la espera por el comienzo de un espectáculo. Desde su creación en la previa de los partidos de fútbol en el Estadio Azteca de México, se ha instalado en la práctica de la ansiosa multitud futbolera y musiquera. Las "Olas" llevadas a cabo en el Estadio de River Plate el 1 de diciembre pasado fueron pocas. De alguna manera, el público ya presentía que la puntualidad no los iba a permitir sufrir de ansiedad.
Todo comenzó 19.30 hs con un show entre lo descreido y lo alternativo (si es que esa combinación es posible) de el Indie por excelencia, Beck. El estadounidense dejó muy en clara su capacidad de hacer buena música, pegadiza, poco predecible y sobre todo que llame la atención de por lo menos, 25.000 de las 28.000 almas que habría en el momento en que comenzó su performance. Es lindo sentarse a esperar y que ofrezcan un show tan interesante como el que uno viene a ver. Y no tener que "bancarse" la espera. Por lo menos, no cuando lo que uno pagó no fue poca plata.
El cielo amenazaba con llover y el espantoso sonido de Beck (sonido entendido como producción y manejo de lo que sale por los parlante sy amplificadores) amenazaba con que a nadie le interese el paso del eterno niño del grunge por Buenos Aires. Pero por suerte no fue así. Fue un lujo que nuestra espera no fuera tal gracias a su música.
21.20: Ya todos sabíamos que en 10 min llegaría la banda a la que todos estábamso esperando. Puedo arriesgarme a decir que nuevamente, la espera (desde ya, título de esta nota por su recurrente aparición) nos atocigó por años. Nadie se animaba a sentenciar de por vida que no los veríamos nuevamente juntos. Pero nadie lo creía, o por lo menos tal vez no c0n una gira por Latino América y menos por Buenos Aires (no porque no sea una ciudad a la que todos los músicos no quieran ir, si no por que nosostros vivimos en ella y es esa cosa de "semi pesimismo intrínseco" de que "no vienen porque nos toca a nosotros, los que aquí habitamos", sea donde sea).
O por necesidad de hacer un llamado de atención ante la poca originalidad de las bandas de los últimos diez años, o por plata, o por melancolía de la vejez, las bandas que más han marcado las historias de muchas vidas (plurales) se han reunido y THE POLICE, no quedó afuera. Y no nos dejó afuera. Haciendo un recorrido por TODOS SUS HITS, TODOS el trío compuesto por Andy Summers en guitarra, Sting en voz y bajo (o Gordon Somers) y Stewart "Oh! Tú Único" Copeland, sonó como un sexteto o noveneto!!! Desde el comienzo con Messagge In A Bottle pasando por When The World Is Running Down y una versión super delicada y sofisticada The Wrapped Around Your Finger (clave que de la frase inical del estribillo "Wrapped around your finger" se titule por el giro que toma la frase al final de la canción) tanto el repertorio elegido como el desenvolvimiento de los tres músicos, fue cautivando al público. Y sí, aún cuando Sting reiteraba Iooo Iooo Iooo en cada canción para que lo sigamos.
Los puntos más altos de la noche fueron con Mesagge In A Battle, I Can't Satnd Losing You, Roxanne y el emblema de la banda Every Breath You Take (aunque tengan muchísimos temas que lo superen en calidad).
Sin embargo, lo mejor de la noche fue cuando, una vez que el repertorio oficial hubo sido presentado en su totalidad, Sting y Copeland se despiden de la gente y Summers queda solo en el escenario pidiendo una más (distinto a lo que testifica Página/12 que declaraba que era Sting quien hubiera hecho eso). Así el guitarrista comienza con los acordes de Next To You y el resto de los integrantes se unen a él para darle a todo el público una despedida a lo grande. Con una fuerza mucho más creible que la de las Stones y un compañerismo (por lo menos en el escenario) que no les quedó pendiente como a Soda.
Y claro, la melancolía... Tuya, mía, a los 4, a los 57. La malancolía de Sting tocando con el mismo bajo que tocaba cuando este grupo de tres ingleses marcaba una de las influencias más importantes que dejara impronta en el rock de los últimos 30 años.