Años de espera. Avances mínimos. Retrocesos más grandes.
La discusión en torno a la ley de medios audiovisuales que finalmente ha sido sancionada, tiene que ser un gran aprendizaje para todos de todo lo que abarca la cuestión de la comunicación. Ya sea de forma masiva o no masiva comunicar no es sólo informar, sino generar espacios de flujo de ideologías. No sólo de opinión, porque la opinión se la lleva el viento. La ideología queda, y ese era el miedo de los que se oponían a este proyecto. Que la ideología popular, nacional, pensante, la que cuestiona y no se arrodilla ante los hechos sin resignificarlos, pudiese tener un espacio en donde circular y regenerarse.
Los medios masivos en muchos países, no son todos los medios que están en la tele o en la radio, o en la prensa gráfica, los medios masivos son los que deciden qué aprte de la opinión pública (esa horrible categoría homogeneizadora de la opinión) debe ser representada como la correcta ideología.
Todo el proceso que terminó con la sanción de esta nueva ley que pone fin a la reglamentación de radiodifusión heredada de la dictadura, no hace más que desnudar una vez más las mezquindades, chicanas y maniqueismos de la oposición, las grandes (y no tan grandes) empresas periodísticas y todo un séquito de empleados del establishment, a quienes no hace falta nombrar.
Hace dos años que el COMFER dirigido por el hombre del momento, Gabriel Mariotto, había abierto foros de discusión libres sobre esta normativa. Es sabido que los congolomerados mediáticos se negaron a asistir mientras que distintas organizaciones no gubernamentales, sociales, universidades y/o particulares sí lo hicieron. Muchos lo hicieron. La ley de Medios Audiovisuales, es el producto de años de elaboración de muchos sectores y no de este Gobierno, que como todos los gobiernos terminará en algún momento. Uno de los asuntos pendientes más claros de esta suerte de democracia en la que vivimos, es sin duda, instalar en el imaginario social colectivo la noción de políticas de Estado. Claro que esa forma de concebir las intervenciones del Estado, no es azarosa, ni mucho menos no intencionada. Es el producto de las condiciones neoliberals que reinaron el sistema político, económico y social de este y otros países durante décadas. Es pertinente que se deje de concebir todo acto de los gobiernos como una mera actividad partidaria quasi mafiosa. Pero no todo elmundo tiene el lugar y las herramientas para poder salir de esa idea tan instalada, asentada especialmente desde el menemismo. Por eso, los medios pueden ser un excelente campo en donde abrir la vista y empezar a cambiar varias de las concepciones e ideas fuerza arraigadas en la mentalidad de los argentinos.
En este contexto, los medios monopólicos, hegemónicos y a fines al establishment se colocan estratégicamnente en un rol reducido en relación al que realmente ejercen: se dicen “meros trasmisores de mensajes”, subestimando así a los lectores, espectadores, que son interlocutores y no simples destinatarios que reciben el mensaje con una única opición de decodificación. Otra estrategia es comparar los movimientos progresistas que se están dando en América Latina, en mayor o menor medida, con Stalin, Mao, Castro, en tono de amenaza comunista. Cuando los que le tienen miedo al comunismo no somos todos, y cuando sabemos que un país como la Argentina, o el 90% de los países ya no pueden tener mucho que ver con aquel sistema.
Tan típico de las derecha es mirar los procesos sólo por sus consecuencias, quedarse en críticas banales sin fundamento sólo por el hecho de no dar cuenta de las condiciones de producción de su discurso. Y ese discurso empieza a fluir por el entramado social con más y más ligereza ya que las voces minoritarias no pueden transformarse en opinión pública, porque no tienen dónde, porque no saben cómo pelear contra la anulación, la marginación, la exclusión de un sistema que aunque pueda tener sus facetas no tan crueles como un Estado benefactor que integra a todas las clases, se encarga de que siempre haya excluidos y marginados. En todos los aspectos, en todos los cuerpos.
Por eso esta ley es tan importante. Pero es sólo un puntapié. No está solucionada la falta de participación e igenerencia que tien la comunidad en los temas de gobierno o en la agenda pública.
El link de una nota Editorial de La Nación que aquí les adjunto
(click) expresa exactamente el sentido común mediocre que ha generado el sistema capitalista en donde se habla de “Intervencionismo en exceso del Estado. Violación de recaudos elementales para las garantías de la libertad de expresión. Ruptura de la seguridad jurídica. Desconocimiento del derecho de propiedad. Presiones indebidas sobre legisladores. Promesas de nuevos espacios políticos para aquellos que concluyen su mandato. Voluntad de manejar arbitrariamente los medios masivos de comunicación y sus contenidos” . Alo que muchos responden: tiene razón, eso mismo pienso yo. No señores. Eso mismo quiso ese discurso que todos pensemos,así poder seguir excluyendo a los que realmente pensaron en un sistema que haga que la voz y los pensamientos de todos, valgan por igual.
Para ver informe de TVR hacer click
aquíPD: Es imperdible la nota de La Nación. Les pego el comentario que dejé en su página. A ver cuánto dura. Le digo al editor que la ley de medios no dice en ninguno de sus artículos que los medios deben ser de control gubernamental. Esta ley nunca fue pensada para que “detrás del material que se pone en pantalla asoma el propósito de divulgar concepciones ideológicas o políticas que se corresponden con el interés específico del gobierno de turno o de sus actores.” No pueden ser tan mediocremente patéticos.Y en cuanto al alboroto por el retraso del partido de Argentina en el canal 7, quiero recordarle que hace más de tres años es casi imposible ver programas de televisión en hora ya que los canales privados no hacen más que superoponer y posponer programas debajo de las leyes del rating. Recuerde señor editor, que TVR debería empezar a las 23 y cada vez, comienzo más tarde…